En este artículo explicaremos todo sobre las vacunas y su funcionamiento. Aquí, aprenderás en detalle sobre:
A menudo encontramos en los manuales que “las vacunas son seguras y eficaces”. Sin embargo, ningún medicamento (las vacunas son consideradas medicamentos biológicos) desarrollado hasta la fecha es totalmente eficaz o totalmente seguro, y las vacunas, aunque suponen un beneficio indiscutible, también pueden producir reacciones adversas.
A diferencia de otros medicamentos, las vacunas se administran de manera preventiva a personas sanas, en su mayoría niños, y en el marco de programas nacionales de vacunación. De ellas se espera que el beneficio, protección frente al desarrollo de la enfermedad, sea muy superior al riesgo de presentar una reacción adversa por su administración, por ello, cuando se comercializa una vacuna ha de ser altamente eficaz y lo más segura posible, o lo que es lo mismo, la relación beneficio-riesgo sea muy favorable.
El estudio de la seguridad de una vacuna tiene lugar durante todo su desarrollo: se inicia con su evaluación in vitro en el laboratorio, prosigue en los estudios de toxicidad animal, en su aplicación en ensayos clínicos a seres humanos en las diferentes fases de investigación y continúa una vez autorizada para su comercialización.
Durante la fase de investigación hablamos de vigilancia de la seguridad de los medicamentos en investigación, mientras que el término farmacovigilancia propiamente dicho queda reservado para la fase de postcomercialización. Estas dos fases, investigación clínica y comercialización, aunque con un mismo objetivo, disponer de información sobre el perfil de seguridad de un medicamento, están sujetas a marcos normativos diferentes y, por tanto, con peculiaridades propias.
Acontecimiento adverso y reacción adversa
En el campo de la vigilancia de la seguridad de los medicamentos y la farmacovigilancia se manejan únicamente dos conceptos: “reacción adversa” y “acontecimiento adverso”, es muy importante entender cuál es la diferencia entre ambos términos y aunque en este capítulo se haga referencia únicamente a las vacunas, ha de entenderse que aplica igual para cualquier otro medicamento, sea biológico o no.
Cualquier incidencia perjudicial para la salud que le suceda a un paciente o sujeto al que se le administra una vacuna se define como acontecimiento adverso, sin que implique una relación de causalidad. Mientras que una reacción adversa es un efecto inesperado y nocivo producido por la vacuna. En ambos casos hay asociación temporal, la condición es que se haya administrado previamente una vacuna. Cuando sospechamos que un acontecimiento adverso puede estar causado por la vacuna, es decir, existe una posibilidad razonable de que haya una relación causal con la vacuna, entonces hablamos ya de reacción adversa, o mejor aún, de sospecha de reacción adversa, dado que nos movemos en el terreno de las probabilidades y pocas veces se tiene la certeza de que un determinado acontecimiento ha sido causado por la vacuna.
Vigilancia de la seguridad de una vacuna en investigación
Antes de que una nueva vacuna sea autorizada y pueda ser comercializada debe superar un periodo de investigación con dos etapas, una preclínica y otra clínica. En la etapa preclínica se experimenta in vitro (cultivo celular) e in vivo (en animales) que la vacuna funciona y que es segura, en esta fase preliminar se presta especial atención para comprobar que no haya problemas de toxicidad. Posteriormente se pasa a la etapa clínica, en la que se administra la vacuna a sujetos o pacientes que voluntariamente acceden a participar en los ensayos clínicos, además de valorar la eficacia (respuesta inmunológica) y la mejor pauta posológica, se evalúa en todo momento la seguridad.
En los ensayos clínicos, estudios aleatorizados, se registran todos los acontecimientos adversos que ocurren a los sujetos que participan en estos estudios, como ya se ha explicado en el punto anterior, estén o no causados por la vacuna. El objetivo, como es lógico, es llegar a conocer aquellos que realmente sean producidos por la vacuna.
Una vez finalizado el ensayo clínico se procede a su análisis estadístico, se evalúa la incidencia y si hay diferencias significativas entre los acontecimientos presentados por los sujetos ti los que se les ha administrado la nueva vacuna en investigación y el grupo control, el que no ha recibido la vacuna en investigación, esto permite determinar los acontecimientos que pueden ser imputables a la vacuna, o lo que es lo mismo, sus reacciones adversas. Si se registra un único caso con un acontecimiento adverso grave y relevante, se analiza de forma individual intentando establecer la relación de causalidad a partir de un razonamiento clínico y teniendo en cuenta diversos factores: plausibilidad biológica, secuencia temporal, evolución, exclusión de causas alternativas, reexposición, etc. Se evaluará la probabilidad de que la vacuna haya sido la causa del acontecimiento adverso y si no se puede descartar, se considerará como reacción adversa.
Toda la información, tanto de eficacia como de seguridad, que se va recopilando en la fase de investigación es incluida en un documento llamado Información básica del producto en desarrollo, que es el “embrión” de la futura ficha técnica. Este documento contiene, además de toda la información de seguridad, datos relativos a las indicaciones, dosificación, farmacología y otros aspectos relacionados con la vacuna.
Autorización de comercialización de una vacuna
Cuando el laboratorio farmacéutico considera que dispone de suficiente evidencia científica, datos de calidad, eficacia y seguridad, para poner una vacuna en el mercado, presenta a la autoridad reguladora una solicitud de comercialización junto con una voluminosa documentación, que incluye toda la información disponible hasta la fecha sobre la vacuna en cuestión. La autoridad reguladora evalúa esta documentación y autoriza o rechaza la comercialización de la vacuna teniendo en cuenta los datos presentados.
La autoridad reguladora en España es la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), adscrita al Ministerio de Sanidad y Consumo, y en Europa, la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos, EMEA, (European Agency for the Evolution of Medicine). En el caso de las nuevas vacunas, al ser productos biotecnológicos, el procedimiento de autorización es centralizado, es decir, es la EMEA la que aprueba su autorización de comercialización, en estos casos, la Agencia Española participa en la planificación y evaluación.
Una vez la nueva vacuna recibe la autorización para ser comercializada, comienza una nueva etapa en lo que al control de la seguridad se refiere, la farmacovigilancia propiamente dicha.
Vigilancia de la seguridad de una vacuna comercializada: Farmacovigilancia
La Farmacovigilancia es una actividad de salud pública destinada a la identificación, evaluación y prevención de los riesgos asociados a los medicamentos una vez comercializados. Está orientada a la toma de decisiones que permitan mantener la relación beneficio-riesgo de los medicamentos en una situación favorable, o bien suspender su uso cuando esto no sea posible.
Cuando una vacuna se autoriza y se comercializa se sabe mucho de ella: su respuesta inmunológica con distintas dosis, pautas de administración y diversos esquemas vacúnales, así como sus principales reacciones adversas.
Aunque antes de comercializar una vacuna su estudio durante la fase de desarrollo ha sido exhaustivo pues son muy altas las exigencias que se demandan a los laboratorios farmacéuticos en cuanto a calidad, eficacia y seguridad se refiere, el número de sujetos a los que se ha administrado la nueva vacuna es limitado por lo que es posible que en la fase de comercialización puedan aparecer reacciones adversas, a veces graves, que por su baja incidencia no aparecieron en la fase de investigación clínica, es por ello que se hace necesario un sistema de vigilancia de la seguridad después de la comercialización. La Farmacovigilancia no solo se limita a la detección de nuevas reacciones adversas, sino también a la gestión de cualquier posible riesgo, prevención de los fallos vacúnales o ineficacia, uso inadecuado, interacciones, etc.
Para identificar los posibles riesgos asociados a las vacunas comercializadas existe un sistema oficial de vigilancia, que en España se integra en el Sistema Español de Farmacovigilancia, también conocido como «tarjeta amarilla».