Descansar de forma adecuada es la clave para mantener una buena salud, sin embargo, la Apnea del Sueño es un trastorno muy común en la sociedad actual. La vida ajetreada, el aumento de las enfermedades cardiorrespiratorias y la obesidad, pueden provocar cierto desorden a la hora de tratar de conciliar el sueño. Muchos adultos la sufren y no lo saben, por lo que en este artículo ayudamos a descubrirlo.
¿Qué causa la apnea?
En primer lugar, cabe destacar que, según la Revista Española de Neurología (2016), cada persona y cada edad tiene unos horarios de descanso óptimo diferentes. Es necesario tener en cuenta que, los hábitos sociales y los horarios de estudio y trabajo pueden interferir con ellos. Dependiendo de la edad, recomiendan unas horas de sueño u otras:
El síndrome de la Apnea del Sueño es una alteración común, crónica y de desarrollo progresivo. Su característica principal es la sucesión de episodios de obstrucción de la faringe, ya sean parciales o totales, durante el sueño. De esta manera, se provocan los conocidos “despertares transitorios”.
Por un lado, Olivi, H. (2013) destaca que es un síndrome asociado a una “mayor morbilidad cardiovascular, neurocognitiva y metabólica, riesgo de accidentes, mala calidad de vida y mortalidad aumentada”. Por otro lado, Santos, et al. (2006), resalta que las apneas producen tanto hipertensión pulmonar como sistémica, cardiopatía isquémica e insuficiencia cardíaca, entre otros síntomas.
Siguiendo los resultados del estudio llevado por la Revista Española de Neurología, las personas que sufre mayores problemas para conciliar el sueño son las personas de una edad avanzada. De forma más concreta, la Apnea afecta, en mayor medida, a la población adulta, concretamente al 5% de la misma en todo el mundo. Sin embargo, Olivi, H. describe al paciente tipo como un hombre adulto, con obesidad, roncador, que acusa poco descanso por las noches, cansancio y un ligero deterioro cognitivo.
Factores de riesgo en la apnea
Existen ciertos grupos de población que tienen un mayor riesgo de prevalencia de la enfermedad. Los factores que incrementan la posibilidad de sufrirla incluyen el sexo, la edad, padecer obesidad, antecedentes familiares, tener la menopausia, ciertas anomalías craneofaciales y hábitos poco saludables como el consumo de tabaco y alcohol frecuentes (Punjabi, N.M., 2007). A continuación, ofrecemos un pequeño resumen a las explicaciones de este autor en cada uno de los factores de riesgo:
- Edad: conforme cumplimos años, las dificultades para dormir son cada vez más habituales: problemas para conciliar el sueño, despertares largos y continuados o poca calidad del sueño. Más del 50% de los adultos mayores de 65 años sufren alguno de estos inconvenientes.
- Obesidad: el exceso de peso se encuentra presente en más del 60% de los pacientes con problemas de sueño. De hecho, el peso corporal se ha calificado como el factor de riesgo más importante para padecer apnea.
- Sexo: los hombres son más vulnerables que las mujeres a la hora de desarrollar este trastorno. Sin embargo, las mujeres que lo padecen, suelen mostrar más síntomas de fatiga y falta de energía que los hombres.
- Anomalías craneofaciales: diferentes radiografías, resonancias magnéticas y tomografías computarizadas revelan una serie de diferencias en la estructura del esqueleto y los tejidos blancos entre las personas con y sin apnea mientras estaban despiertos. Estas alteraciones pueden estrechar las dimensiones de las vías respiratorias superiores y promover su aparición. Por ejemplo, hipertrofia amigdalina, agrandamiento de la lengua, incremento del paladar blando, disminución del espacio de las vías respiratorias posteriores…
- Antecedentes familiares: los familiares de primer grado (padres e hijos) de aquellos que padecen el trastorno, tienen más posibilidades de sufrirla. De la misma manera, la susceptibilidad aumenta proporcionalmente con el número de familiares afectados por esta.
- Consumo de alcohol y tabaco: el tabaquismo se asocia con una mayor prevalencia de ronquidos y de apnea del sueño. Incluso la simple exposición al humo del tabaco ajeno se relaciona con esto, ya que se inflaman y dañan las vías respiratorias, al verse afectadas sus propiedades mecánicas y neuronales. Igualmente, la ingesta de alcohol antes de dormir, no solo aumenta la probabilidad de que las vías respiratorias se colapsen y aumente la probabilidad de sufrir apnea durante el sueño, sino que también puede prolongar su duración y empeorarla.
Ante la presencia de alguno de los síntomas mencionados, lo más recomendado es acudir a su médico de cabecera para que le mande a un especialista y realizar una prueba del sueño. Así descubrirá si se trata de apnea para ponerle remedio con la mayor brevedad posible.
Fuentes:
Punjabi, N.M., (2007): The Epidemiology of Adult Obstructive Sleep Apnea. Vol. 5, Issue 2.
Revista Española de Neurología (2016): Sueño saludable: evidencias y guías de actuación. Documento oficial de la Sociedad Española de Sueño. Vol. 63, Supl. 2.
Olivi, H. (2013): Apnea del sueño: cuadro clínico y estudio diagnóstico. Vol. 24, Issue 3. Pág. 359-373.
Santos, J.T., et al. (2006): Síndrome de apneas-hipopneas durante el sueño y corazón. Vol. 59, Issue 7. Pág. 718-724.