Estos meses de verano hay que prestar especial atención a la piel, ya que la exposición directa al sol es mucho mayor que en cualquier época del año y es cuando se produce la quemadura solar.
Quemadura solar: consecuencias
Cuando nos exponemos al sol, nuestro cuerpo está sometido a un conjunto de radiaciones llamadas UVA y UVB. Las radiaciones UVA son las que llegan en mayor cantidad a la Tierra, concretamente un 95%, el 5% restante son las UVB, como señala Martínez Pérez. Pues bien, tan solo ese 5% de las radiaciones UVB, es el responsable de la quemadura solar y, como consecuencia de los bronceados y el cáncer de piel.
Al exponernos al sol, la capa externa de la piel, llamada epidermis, se engrosa y las células que otorgan el color a nuestra piel (melanocitos) producen melanina más rápidamente. De esta manera, “se consigue un cierto grado de protección natural frente a una futura exposición”, tal y como señala la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Esto pasa hasta que llega un momento en el que la piel no puede producir más melanina y se “acelera su envejecimiento, se deshidrata, debilita, pudiéndose llegar a alterar el ADN celular”, como apuntan Morales-Molina et al. Además, una exposición excesiva de la piel a los rayos UVB también puede producir desde descamación a, en caso de una larga e intensa exposición, ampollas.
Pero sin duda, la consecuencia más directa y común es la quemadura solar. Como bien es sabido, esta consiste en un enrojecimiento de la piel relacionado con una sensación de ardor y cierto dolor en la zona donde se haya producido la quemadura. Los primeros síntomas pueden aparecer a la hora o alargarse su aparición hasta pasadas 24 horas, excepto en los casos más graves, que llegan a su máximo tras 72 horas después.
La intensidad de la quemadura solar depende de varios factores, entre los que destacan el tiempo y la hora a la que se ha estado expuesto, ya que no es lo mismo haberlo estado a primera hora de la tarde que a última. Otro factor es el tipo de piel, así como del grado de pigmentación previa, como mencionan Morales-Molina et al.
Quemadura solar: prevención
En un estudio realizado en 2011 por Iñaki Galán et al, se observó que las cremas solares son la manera preferida para protegerse del sol. Los autores creen que esto se debe a que, a pesar de ser menos seguro, es compatible con el bronceado. Pero este no es el único método para evitar una quemadura solar. A continuación, damos una serie de recomendaciones publicadas por la Organización Mundial de la Salud en 2015:
- Evadir estar expuesto al sol en las horas que los rayos solares son más intensos, entre las 12 y las 16 horas.
- En caso de no poder evitarlo, caminar por los tramos de sombra. Aunque las sombrillas, toldos o árboles no protegen totalmente de sufrir una quemadura solar, ya que los rayos los atraviesan.
- Aplicar crema solar en las zonas no cubiertas por la ropa. Las más recomendadas son las de protección 30 o mayores. En caso de realizar algún deporte o meterse en el agua, aplicar de nuevo a las dos horas.
- Utilizar prendas de vestir que cubran las zonas más propensas a sufrir quemaduras solares, como podrían ser los hombros o la nuca. Para ello es recomendado el uso de camisetas de manga corta, en lugar de camisetas de tirantes y la utilización de sombreros, en puesto de gorras.
En caso de haberse producido la quemadura solar, evitar estar expuesto al sol hasta que la misma se cure por completo y evitar las lociones con anestésicos locales, ya que existe el riesgo de que se produzca dermatitis. Y, en caso de que sea una quemadura fuera de lo común o que el dolor sea excesivo, acuda a un profesional.
Fuentes:
Academia Española de Dermatología y Venereología (2017): Quemadura solar.
Martínez Pérez, S.O. (2002): El sol y la piel.
Morales-Molina, J.A., et al (2006): Quemaduras solares: fotoprotección y tratamiento.
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