El tabaquismo es un hábito insano. Como muy bien advertía Confucio, «los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos». En el mundo hay 1.000 millones de fumadores, y el 80% viven en países de ingresos bajos o medios. Cada seis segundos muere una persona a causa del tabaco, lo que representa uno de cada diez fallecimientos de adultos. Existen evidencias científicas contrastadas de que las enfermedades cardiovasculares están estrechamente vinculadas con el consumo de tabaco y de la clara relación entre el tabaquismo y la enfermedad coronaria. Compuestos como el monóxido de carbono y la nicotina influyen en la aparición de enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, cardiopatía isquémica, arteriopatía periférica y enfermedad cerebrovascular.
Tabaquismo como factor de riesgo
El tabaco es el factor de riesgo más importante en la aparición de la enfermedad coronaria y es responsable de alrededor del 25% de la mortalidad cardiovascular. Fumar aumenta de 2 a 4 veces la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular. Si una persona que ha sufrido un infarto de miocardio volviese a fumar, el riesgo de padecer otro infarto se multiplicaría por cuatro. De igual manera, se ha determinado que el abandono del tabaco disminuye el riesgo cardiovascular en dos o tres años, para situarse en niveles de riesgo similares a los de la población no fumadora; para la enfermedad cerebrovascular, estos niveles se recuperan al cabo de cinco años.
Sócrates insistía en que «el grado sumo del saber es contemplar el porqué». El tabaquismo se relaciona con 29 enfermedades, que son diferentes tipos de cáncer. Fumar aumenta el riesgo de sufrir cáncer de pulmón, laringe, boca y esófago. Además, desencadena enfermedades como bronquitis, enfisema pulmonar y asma. Se considera fumador regular a toda persona que haya fumado tabaco diariamente, independientemente de la cantidad, durante por lo menos el último mes.
En las mujeres que fuman y utilizan anticonceptivos orales aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares. Las embarazadas que fuman presentan mayor riesgo de tener niños prematuros o con bajo peso, y los niños que viven en hogares en los que se fuma padecen más problemas respiratorios.
El humo del tabaco contiene más de 4.000 productos químicos, de los cuales al menos 250 son nocivos y más de 50 causan cáncer. Entre estos últimos se encuentran la nicotina, los alquitranes y los irritantes tóxicos. La nicotina crea tal adicción que dejar de fumar requiere un esfuerzo considerable y, normalmente, varios intentos antes de conseguirlo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaquismo es una enfermedad crónica y reincidente. En la actualidad supone la principal causa de enfermedad y muerte previsible en los países desarrollados. En el informe sobre la lucha antitabaco realizado por la OMS se pone de manifiesto que, en el mundo, el tabaquismo mata cada año a seis millones de personas. Además, 19 millones de personas sufren una enfermedad crónica a causa del tabaco como fumadores activos y pasivos.
Fumador pasivo
El humo de tabaco ajeno causa más de 600.000 muertes prematuras cada año. El tabaquismo pasivo es la tercera causa de mortalidad evitable en países desarrollados. Un fumador pasivo es una persona que, aunque no consume tabaco directamente, aspira el humo del tabaco ambiental generado por otras.
El humo secundario es una mezcla de componentes con cuatro orígenes diferentes:
- El humo exhalado por el fumador.
- El emitido por el cigarrillo en su combustión espontánea.
- Los contaminantes emitidos por el cigarrillo en el momento de fumar.
- Los que se difunden a través del papel de los cigarrillos entre las caladas.
La irritación nasal, de los ojos y de las vías respiratorias (con tos y flemas) son síntomas frecuentes asociados al humo del tabaco. Un fumador pasivo presenta un riesgo de un 20 a un 30% superior de padecer una enfermedad coronaria y cáncer de pulmón. Por ello, debemos proteger y mejorar la salud de todos respetando el derecho de los no fumadores, acatar las normas y defender el derecho a la salud.
Efectos del tabaco en el sistema cardiovascular
La nicotina que contiene el tabaco actúa directamente sobre las glándulas suprarrenales y provoca una descarga de catecolaminas. Entre estas destaca la adrenalina, que actúa directamente sobre las arterias coronarias y provoca un aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca y una mayor demanda de oxígeno por parte del corazón.
Por otro lado, el monóxido de carbono (CO) que se desprende en la combustión del tabaco se combina con la hemoglobina, con la que tiene una afinidad 150 veces superior que el oxígeno molecular (O2). Se produce entonces la formación de carboxihemoglobina y disminuye el aporte de oxígeno que llega al corazón.
Tratamiento para dejar de fumar
Con tratamiento farmacológico, dejar de fumar es mucho más fácil de lo que se piensa, ya que el objetivo de la medicación es evitar que el fumador tenga el síndrome de abstinencia. El tabaquismo es una dependencia y la nicotina, una droga que crea adicción física y psicológica. En ocasiones se necesitan hasta tres y cuatro intentos antes de dejar definitivamente el tabaco.
Todas las terapias farmacológicas para el cese del tabaquismo son una opción eficiente. Lo más eficaz es combinar el consejo médico con los fármacos.
La terapia sustitutiva con nicotina, cuando forma parte de un programa exhaustivo de deshabituación tabáquica, ha demostrado seguridad y eficacia para ayudar a los pacientes a dejar el tabaco. Se puede optar por diferentes formas de tratamiento: parches, chicles, tabletas.
Asimismo, el bupropión y la vareniclina son fármacos que consiguen buenos resultados. No obstante, es esencial utilizarlos con prescripción médica, para alcanzar su eficacia clínica y minimizar los efectos adversos.
También existen terapias complementarias como la acupuntura y la hipnosis, entre otras. Estas técnicas, utilizadas por médicos muy especializados, pueden ser complementarias para ayudar a dejar el hábito tabáquico. En definitiva, y como muy bien decía Molière, «todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes».
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Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.
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