Radicales libres y longevidad

Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.

Radicales libres y longevidad

Radicales libres y longevidad 387 285 Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social

¿En qué influyen los radicales libres en la longevidad? Estoy bajo el agua y los latidos de mi corazón producen círculos en la superficie”, así de claro lo afirmaba Milan Kundera. De hecho, en este siglo XXI, conceptos como genómica, proteómica, células madre y medicina personalizada han permitido desarrollar herramientas que, a día de hoy, podemos calificar como una gran revolución para la cardiología.

No en vano, todas ellas son vías innovadoras de acercamiento a la enfermedad y a sus causas. En esta era de continua transformación de la salud, también somos testigos de cómo la cardiología se encuentra inmersa en un momento de grandes innovaciones tecnológicas y de la existencia de importantes expectativas en torno a los resultados de la ciencia y su potencial contribución a la curación de enfermedades del corazón y a la mejora de la calidad y esperanza de vida de los pacientes cardíacos y, en definitiva, como diría Christian Barnard, “el éxito comienza con un pensamiento positivo”.

Radicales libres y longevidadPara hablar de los radicales libres hay que aclarar algunos datos. En estos momentos, las personas de los países industrializados viven una media de 80 a 85 años. Cerca de 1 de cada 6.000 personas en determinadas partes del mundo llega a los cien años. Los supercentenarios, los que viven hasta los 110 o incluso más, son casos que se dan solamente en 1 de cada 7 millones. Sin embargo, como decía Jacques Rousseau “el hombre que más ha vivido no es aquél que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida”.

El hombre más viejo del mundo falleció en junio del 2014 a los 123 años, era Carmelo Flores, de Bolivia, sin embargo, la mayoría de los que viven hasta los cien años o más son mujeres. De hecho, los centenarios son un modelo de envejecimiento, hasta tal punto que tan solo hace unos días ha fallecido el gran cineasta portugués, Manoel de Oliveira a los 106 años y, parafraseando a Confucio, “aprende a vivir y sabrás morir bien”.

Teniendo en cuenta que la longevidad tiende a darse entre familias, hay evidencias científicas que la genética juega un papel muy importante en este rasgo, ya que lo que parece hacer que la gente viva una vida muy larga no es la falta de predisposición genética a las enfermedades, sino tener un mayor número de variantes asociadas con la longevidad que pueden contrarrestar los efectos de las variantes asociadas a las enfermedades, pero, como decía Víctor Hugo, “el cuerpo no es más que una apariencia y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma”.

Existen múltiples teorías acerca del complejo proceso de envejecimiento y, entre las más aceptadas, estaría la de los radicales libres, que explica el envejecimiento del organismo como el daño producido en los tejidos por los radicales libres, de tal manera que, conforme el individuo envejece, habría un desequilibrio entre radicales libres y defensas antioxidantes del organismo. No obstante “la vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla” como decía Jorge Santayana.

La oxidación de los tejidos condiciona la edad biológica (independiente de la edad cronológica) lo que permite diferenciar no solo la edad verdadera entre individuos, sino entre células, tejidos e incluso órganos; así, algunos individuos podrían tener un corazón más envejecido que su riñón y viceversa. En este sentido, recordemos a Dickens que decía “el corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico”.

Entendiendo que esa oxidación efectivamente es lo que añade “años” a nuestros órganos, el planteamiento es de nuevo cómo paliar sus efectos y, por este motivo, las medidas cardiosaludables son también medidas antienvejecimiento. Entre estas destacan, sobre todo, evitar el estrés crónico, el sobrepeso, el tabaquismo y realizar actividad física. Huir de la exposición excesiva a luz solar y prestar atención a la dieta sana son otras de las recomendaciones que pueden contribuir a mantenerse biológicamente joven y, de hecho, “la esperanza de vida aumentaría a pasos agigantados si los vegetales olieran tan bien como el tocino”, como afirmaba Doug Larson y, en este sentido, mi verdadero paradigma son Naty Abascal y Valentino, que gestionan como nadie el autocuidado de la salud.

Estrés oxidativo

El daño o estrés oxidativo se ha definido como la exposición de la materia viva a diversas fuentes que producen una ruptura del equilibrio que debe existir entre las sustancias o factores prooxidantes y los mecanismos antioxidantes encargados de eliminar dichas especies químicas, ya sea por un déficit de estas defensas o por un incremento exagerado de la producción de especies reactivas del oxígeno. Todo esto trae como consecuencia alteraciones de la relación estructura-función en cualquier órgano, sistema o grupo celular especializado; por lo tanto se reconoce como mecanismo general de daño celular, asociado con la fisiopatología primaria o la evolución de un número creciente de entidades y síndromes de interés médico social, involucrado en la génesis y en las consecuencias de dichos eventos, pero, como diría Ernesto Sábato, “la vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”.

Por reacciones puramente bioquímicas, por acciones enzimáticas o por efecto de las radiaciones ionizantes, se pueden producir una serie de especies reactivas químicas o sustancias prooxidantes (moléculas o radicales libres altamente reactivos) que son capaces de dar lugar a múltiples reacciones con otros compuestos presentes en el organismo, que llegan a producir daño celular y, como decía León Tolstoi, “envejecer es lo más inesperado de todo lo que le sucede al hombre”.

Radicales libres

Hablando de radicales libres y, como afirmaba James Watson, premio Nobel, “uno de los secretos de la longevidad consiste en reducir los niveles de antioxidantes”. Desde el punto de vista bioquímico los radicales libres son todas aquellas especies reactivas químicas, cargadas o no, que en su estructura atómica presentan un electrón desapareado o impar en el orbital externo, dándole una configuración espacial que genera gran inestabilidad, señalizado por el punto situado a la derecha del símbolo. Poseen una estructura birradicálica, son muy reactivos, tienen una vida media corta, por lo que actúan cercano al sitio en que se forman y son difíciles de dosificar. Desde el punto de vista molecular, los radicales libres son pequeñas moléculas ubicuitarias y difusibles que se producen por diferentes mecanismos entre los que se encuentran la cadena respiratoria mitocondrial, la cadena de transporte de electrones a nivel microsomal y en los cloroplastos y las reacciones de oxidación, por lo que producen daño celular (oxidativo), al interactuar con las principales biomoléculas del organismo y, como afirmaba Louis Pasteur, “si no conozco una cosa, la investigaré”.

Por último, no se puede olvidar agentes como el humo de cigarrillos, el estrés crónico, los conflictos emocionales permanentes, el estrés postraumático, el consumo excesivo de alcohol, la depresión subclínica, los alimentos insanos y las sustancias que oxidan el glutatión (GSH) como fuentes de radicales libres.

Existen algunas circunstancias donde se producen radicales libres como son: dieta hipercalórica, dieta insuficiente en antioxidantes, procesos inflamatorios y traumatismos, fenómenos de isquemia y reperfusión, ejercicio extenuante y efectos adversos de algunos fármacos. Y como diría Mike Adams “actualmente más del 95% de las enfermedades crónicas son provocadas por alimentos, ingredientes tóxicos, deficiencias nutritivas y falta de ejerció físico”.

Efecto nocivo de los radicales libres

Por todo este amplio espectro de acciones deletéreas, se cree que los radicales libres están implicados en los mecanismos etiopatogénicos de más de 100 enfermedades entre las que cabe citar hipertensión esencial, diabetes, alteraciones inflamatorias… y otras relacionadas con el sistema inmunitario. Sin embargo, Marcel Proust estaba convencido de que “nuestro corazón tiene la edad de aquellos que ama”.

Endotelio Vascular

El endotelio vascular, un órgano estructuralmente simple y funcionalmente complejo, es una capa unicelular que cubre la superficie interna de los vasos sanguíneos y conforma la pared de los capilares. Lejos de ser sólo una barrera mecánica entre la sangre y los tejidos, es un órgano activamente comprometido en una gran variedad de procesos fisiológicos y patológicos. Debido a su ubicación estratégica detecta cambios en las fuerzas hemodinámicas que actúan sobre la pared vascular, así como señales bioquímicas transportadas por la sangre y responde a ellas liberando sustancias vasoactivas, algunas de la cuales tienen funciones antagónicas como vasodilatadores y vasoconstrictores o hemostáticos y antihemostáticos y, como diría Miguel de Unamuno, “la verdadera ciencia enseña, por encima de todo, a dudar y a ser ignorante”.

Disfunción endotelial

El término disfunción endotelial indica obviamente que, ya sea en condiciones basales o después de estimulación, el endotelio no cumple apropiadamente estas funciones. Una menor biodisponibilidad de óxido nítrico (NO), una alteración en la producción de prostanoides, un deterioro de la hiperpolarización dependiente de endotelio, así como una mayor liberación de endotelina-1, pueden individualmente o asociados contribuir a la disfunción endotelial. Sin embargo, la menor biodisponibilidad de óxido nítrico, causada por una disminución en su síntesis o un aumento de la velocidad con que se degrada, constituye el fenómeno más temprano y la característica más importante de disfunción endotelial, aunque en estas situaciones coincido con Aristóteles “no se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho”.

Por todo ello, es esencial proteger el endotelio vascular de los múltiples factores externos:

  • Las citoquinas inflamatorias de los adipocitos del abdomen de personas con obesidad agreden al endotelio vascular y lo hacen disfuncionante.
  • El humo del cigarrillo agrede el endotelio y genera disfunción.
  • Una ingesta rica en grasas saturadas y grasas trans agreden el endotelio y lo expone a que nuestros mecanismos de defensa puedan verse alterados.
  • El estrés crónico provoca una agresión del endotelio que es lo que posibilita la progresión de la enfermedad ateroesclerótica.

Óxido Nítrico: efectos moduladores sobre la función cardiaca

El óxido nítrico (NO) liberado por prácticamente todas las células del corazón ejerce múltiples efectos sobre la función cardíaca. Modula la frecuencia cardíaca, la respiración mitocondrial, el consumo miocárdico de O2 y la eficiencia mecánica. También mejora la distensibilidad ventricular y aumenta el trabajo latido en pacientes con miocardiopatía dilatada,y desempeña un importante papel en la fase tardía del precondicionamiento isquémico y, como ya advertía Moliére, “jamás se penetra por la fuerza en un corazón”.

El óxido nítrico actúa como regulador paracrino, autocrino e intracrino de la función cardíaca a través de acciones directas sobre los cardiomiocitos y de acciones indirectas, consecuencia de sus efectos vasculares (metabolismo energético). A nivel vascular, regula el tono vascular, la perfusión coronaria, la permeabilidad capilar y la agregación plaquetaria y, además, desempeña un importante papel en el control de la angiogénesis, la inflamación y la proliferación celular vascular. La regulación de todos estos procesos es muy compleja y depende de las concentraciones de óxido nítrico, así como de otros factores como el compartimento celular donde se está generando la vía de señalización activada, el estado redox celular, la situación fisiopatológica y la presencia de otros mediadores celulares y, sin duda, como diría Pitágoras, “una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida”.

Vitamina C

No solo los radicales libres tienen un papel importante. Más del 80 % de los pacientes con enfermedad coronaria tienen deficiencia de vitamina C y, de hecho, en 1989, el premio Nobel Linus Pauling y Mathias Rath descubrieron que las megadosis de vitamina C previenen el depósito de lipoproteína Lp(a) en las paredes arteriales y, llegado a este punto, me viene a la memoria lo que decía Oscar Wilde “vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir”.

Radicales libre Asimismo, según han constatado investigadores británicos y alemanes hay evidencias científicas que aquellas personas que poseen un nivel más elevado de vitamina C en plasma presentan menos factores de riesgo cardiovascular y además tienen más probabilidad de sufrir insuficiencia cardíaca. Por este motivo, es recomendable ingerir al menos 60mg de vitamina C y la podemos encontrar en gran cantidad de frutas como fresas, grosellas, frambuesas, moras, arándanos, cítricos (naranja, limón, pomelo), kiwi, papaya o tomate. También está presente en verduras y hortalizas como pimiento, col, col de Bruselas, nabo, rábano, patatas o perejil crudo.

En este sentido, la concentración de vitamina C en plasma es un buen biomarcador para evaluar el consumo de fruta y verdura.

Lamentablemente el hombre, tras una mutación genética, ha dejado de sintetizar vitamina C y eso lo diferencia de otros animales, como por ejemplo el cerdo, que sintetiza 10 gramos diarios y por ello puede meter el hocico en todo, sin infectarse, ya que la vitamina C aumenta la resistencia a la infección, eleva la producción de interferón y mejora la actividad inmunológica de los linfocitos, pero, como diría Ovidio, “mil enfermos requieren mil curas”.

Inmunoadsorción

La inmnoadsorción es una técnica indicada para pacientes con síndromes isquémicos, otras enfermedades autoinmunes e hipertensión pulmonar y, muy especialmente, ofrece buenos resultados en la miocardiopatía dilatada por su alta derivación en trasplante cardiaco. En estos pacientes hay una batería de anticuerpos – inmunoglobulinas-que atacan a diversas proteínas estructurales del músculo cardiaco y que están implicados en la evolución de la enfermedad y, como decía Sócrates, “yo sólo sé que no sé nada”.

Una máquina de circulación extracorpórea filtra la sangre a través de unas columnas específicas de aféresis, que fijan y eliminan los anticuerpos y marcadores inflamatorios y la devuelve limpia al paciente. Con este procedimiento de aféresis se obtienen unos resultados que mejoran la fracción de eyección.

En definitiva, la terapia de inmunoadsorción permite la eliminación de anticuerpos, fibrinógeno, proteína C reactiva y otros marcadores inflamatorios de plasma sanguíneo a través de la punción de una vena central o del brazo. Esta técnica de eliminación extracorpórea de estos anticuerpos incide positivamente en la mejoría de la condición hemodinámica de los pacientes hasta llegar, en ciertos casos, a retrasar o evitar el trasplante, pero, como decía Quevedo, “el que quiera tener salud en el cuerpo, procure tenerla en el alma”.

Cribaje genético: Test

Los recientes avances en la genética molecular y en el genoma humano han permitido identificar genes que ayudan en el diagnóstico y tratamiento personalizado de las diferentes enfermedades, no obstante según Santiago Ramón y Cajal “las ideas no duran mucho, hay que hacer algo con ellas”.

El cribado genético está diseñado para conocer la predisposición de una persona a sufrir determinadas enfermedades. A través de la saliva o sangre se puede recoger una muestra de ADN y analizar los polimorfirmos y de una forma personalizada determinar el riesgo cardiovascular  y prevenir y orientar el tratamiento eficazmente.

Radicales libres Las enfermedades cardiovasculares son enfermedades poligénicas en las que además del componente genético existen otros múltiples factores que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad. Los últimos estudios en genética molecular y secuenciación del genoma humano han permitido identificar genes candidatos que permitirán avanzar en el diagnóstico y tratamiento personalizado y a medida (farmacogenética) de las enfermedades cardiovasculares.

Este cribado genético está diseñado para conocer la predisposición de una persona a sufrir enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares: infarto cerebral, infarto de miocardio, fallo cardíaco, arterioesclerosis y accidentes cerebrovasculares. La prueba para determinar el riesgo cardiovascular de cada persona se puede realizar, preferiblemente, a través de una muestra de sangre, pero también se puede realizar en saliva.

Los Marcadores Genéticos de Susceptibilidad, son los más importantes aceptados en la comunidad científica para valorar genéticamente el riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares. Entre los genes ligados a la aparición de enfermedades cardiovasculares, podría mencionar entre otros: gen APOE, gen UCP2, gen APO4, gen LPL, gen IL-6, gen MTHFR, gen Factor V Leiden, gen de la protrombina, gen ECA, gen AGTR1 y un largo etc.

La biología molecular y genética ha permitido describir que un defecto o mutación en el gen del receptor LDL a nivel hepático es el mecanismo responsable de la hipercolesterolemia familiar en la cual cifras muy elevadas de LDL conducen a prematura aterosclerosis y accidentes cardíacos y cerebrales.

De igual modo se han logrado avances en la genética de la cardiomiopatía hipertrófica familiar, entidad responsable de la mayoría de los casos de muerte súbita en atletas. En buena parte de estos pacientes se ha detectado una mutación en el gen de la miosina a nivel de cromosoma.

Recientemente, se ha descubierto un gen que alarga la vida, se llama APOB y bautizado como Matusalén, que lleva la información bioquímica necesaria implicada en el transporte del colesterol LDL (malo) hacia el hígado para su posterior degradación. Las familias que comparten variantes de este gen superarán los 100 años de vida. Pero, tengamos la suerte o no de heredar los genes de longevidad, hay que tener la perseverancia de adoptar hábitos sanos y, como decía Washington Irving. “el corazón es una fuente de alegría que regala sonrisas a todo lo que hay en sus proximidades”.

El paradigma es el síndrome de Brugada que se transmite según un patrón de herencia autosómico dominante, el gen SCNSA, donde ya se han descrito más de 100 mutaciones distintas que son las responsables de la reducción transmembrana de sodio. Los portadores de este gen tienen una predisposición a presentar arritmias ventriculares y muerte súbita y, como decía Woody Allen, “me interesa el futuro porque es allí donde pasaré el resto de mi vida”.

Por otro lado, el gen FLNC, descubierto recientemente, es el codificante de la proteína “filamina C”, cuya formación de agregados en el músculo cardíaco, provoca miocardiopatía hipertrófica y es el responsable de alteraciones cardíacas y muerte súbita. Con esto quiero decir que, si todo esto lo sabemos, en este tipo de pacientes, podríamos anticiparnos y, por poner un ejemplo, implantarles un desfibrilador que evite la fibrilación ventricular, que es la arritmia que desencadena la muerte súbita, pero, como diría Tito Livio, el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas, pero de lo que son.”

Análisis de polimorfismos

Cada persona hereda de sus progenitores un conjunto único y exclusivo de alelos de estos polimorfismos genéticos. El resultado de la combinación es único y absolutamente diferente al de cualquier otra persona. Por eso, el análisis de los polimorfismos genéticos presentes en los individuos permite establecer un patrón genético individual para cada uno de ellos, una huella genética individual, que los caracteriza. Sin embargo, Winston Churchill decía “vivir arduamente, no temáis nada y os sonreirá el futuro”.

Radicales libres El desarrollo de técnicas analíticas sofisticadas para el estudio de estos polimorfismos genéticos permite diferenciar las distintas formas alternativas que pueden tener cada uno de ellos. Por eso se utilizan como marcadores genéticos, elementos que sirven para diferenciar a unas personas de otras.

Por otra parte, al transmitirse estos elementos genéticos polimórficos de padres a hijos, generalmente sin cambios, las personas que comparten algún vínculo familiar directo también comparten varios de estos marcadores. Los científicos han estudiado durante décadas este proceso de transmisión de la información genética y de sus variaciones y han aprendido a analizar sus patrones y a determinar, midiendo el tipo de marcadores genéticos compartidos y el grado de similitud entre diversas personas, si entre éstas existe o no algún parentesco biológico y de qué tipo. La aplicación de los métodos de estudio más modernos permite realizar estos análisis con un grado de certeza elevadísimo, casi absoluto. En estas situaciones coincido plenamente con Víctor Hugo que decía “el futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos, lo desconocido y para los valientes es la oportunidad”.

Telomerasa

Los telómeros son complejos que protegen los extremos de los cromosomas que mantienen la integridad del genoma y los protege del proceso de envejecimiento. En este sentido, el acortamiento del telómero implica la senescencia de la multiplicación celular. Si me permitís, para que me entendáis mejor, los telómeros son como los plásticos de los extremos de los zapatos, que con el uso se van gastando y acortando, pero, como decía William Shakespeare, “nuestros cuerpos son nuestros jardines, nuestras decisiones nuestros jardineros”.

Los factores que influyen en el proceso de acortamiento de los Telómeros son: stress oxidativo, sobrepeso, falta de sueño y depresión. Por el contrario, la prevención del acortamiento se consigue con ejercicio físico, ingesta de antioxidantes, resveratrol, coenzima Q10, té verde, cúrcuma, vitamina D3, Omega3 y minerales y, como diría Abrahm Lincoln, “al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”.

El gran desafío, donde actualmente se centra la investigación, es en el alargamiento de los telómeros a través de una enzima, la “Telomerasa” y, concretamente, en sus “activadores enzimáticos”, que son un elemento clave para retrasar el envejecimiento, ya que la telomerasa permite mantener la célula joven y por este motivo sus descubridores; Blackburn, Greider y Szostak, recibieron el Premio Nobel de Medicina.

Pero, llegado este punto, siempre me fascina acordarme de la sabiduría de un gran escritor, Cernuda que decía “el hombre muere para que nazca el héroe”.

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Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.

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