Mark Twain tenía la clave: «La única forma de mantener buena salud es comer lo que no quieres comer, beber lo que no te gusta beber y hacer lo que no prefieres hacer». En la actualidad nos enfrentamos a una realidad: el colesterol elevado (la hipercolesterolemia), la hipertensión arterial y el tabaquismo constituyen los tres principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La hipercolesterolemia tiene una gran influencia hereditaria. Sin embargo, es un factor de riesgo que se puede modificar, ya que está directamente relacionado con hábitos y estilos de vida. Además, se encuentra especialmente condicionado por una dieta rica en grasas saturadas, grasas trans y alimentos ricos en colesterol. El 85% del colesterol es exógeno, procede de la dieta; el 15% es endógeno, es decir, se sintetiza en el hígado a partir del acetil-CoA. El colesterol es precursor de hormonas sexuales, vitamina D, ácidos biliares y corticosteroides y es esencial en la formación de las membranas celulares. No obstante, el colesterol total siempre debe ser inferior a 200 mg/dl; el LDL, inferior a 70 mg/dl, y el HDL, superior a 45 mg/dl. El descubrimiento sobre la regulación del colesterol les hizo ganar el Premio Nobel a Michael Brown y Joseph Goldstein.
Según Doug Larson, «la esperanza de vida aumentaría a pasos agigantados si los vegetales olieran tan bien como el tocino». A continuación se ofrecen las claves para mantener un control adecuado de la colesterolemia.
1. Adoptando la dieta mediterránea
La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva, frutas, frutos secos, verduras y cereales, un consumo moderado de pescado y aves de corral y una baja ingesta de productos lácteos, carnes rojas, carnes procesadas y dulces. Además, se realiza un consumo moderado de vino en las comidas.
2. Eliminar las grasas trans
El consumo de grasas trans se relaciona con numerosos tipos de enfermedades como infarto de miocardio, ictus, pérdida de memoria, hipertensión, obesidad, aumento del colesterol LDL («malo»), disminución del colesterol HDL («bueno»), diabetes e incluso cáncer. Habitualmente, estas grasas se encuentran en bollería industrial (porras, churros, cruasanes); fast food (hamburguesas, patatas fritas, pollo fritos, nuggets, etc.); sopas y salsa preparadas; aperitivos, snacks salados, patatas fritas; palomitas de maíz (especialmente, las preparadas para hacer en el microondas) y caramelos; congelados (en particular, las pizzas); productos precocinados (empanadillas, croquetas, canalones, etc.); galletas, donuts, magdalenas, barritas de cereales, margarinas y helados, entre otros.
3. Bajar el colesterol LDL
Un consejo práctico es no ingerir más de 300 mg al día de colesterol. Para ello hay que restringir los alimentos ricos en colesterol, como yema de huevo, paté de hígado, riñones, sesos, mollejas, hígado y mariscos, entre otros.
4. Subir el colesterol HDL
El HDL se eleva con una dieta cardiosaludable y ejercicio físico. Debe consumirse todo tipo de pescados azules (salmón, atún, sardinas, salmonete, arenque, anchoa, jurel), frutos secos (almendras, pistachos, nueces), aceite de oliva, frutas, hortalizas y verduras (aguacate, soja, etc.) y cereales.
5. Practicando actividad física
La realización de un programa de ejercicio aeróbico (caminar, bailar, natación, ciclismo) de intensidad moderada de manera regular (3-5 veces por semana) facilita el aumento del colesterol HDL y la disminución del LDL y de los triglicéridos. Como decía Edward Stanley: «Aquellos que creen que no tienen tiempo para hacer ejercicio, tarde o temprano tienen que buscar tiempo para estar enfermos».
6. Tomar suplementos omega 3-6-9
De forma complementaria, deben utilizarse todos los productos y preparados ricos en ácidos grasos omega 3-6-9 (DHA, linoleico y oleico). Estos son ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados que se encuentran en alta proporción en pescados y en algunas fuentes vegetales. Dado que el organismo humano no los puede fabricar a partir de otras sustancias, el consumo de suplementos tiene efectos muy beneficiosos para el corazón y el cerebro.
7. Dejar el tabaco
El tabaco contiene 4.000 sustancias químicas. Entre otros efectos, altera el metabolismo de los lípidos, es decir, eleva el LDL y disminuye el HDL, con lo que genera una arterioesclerosis precoz y, por tanto, un envejecimiento prematuro. Debe recordarse que el tabaco mata al año a 6 millones de personas en el mundo. El aforismo de Molière explica la razón de su éxito: «Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes».
8. Controles periódicos
Pitágoras aconsejaba: «Antes que al médico llama al amigo». Por este motivo, recomiendo determinar el nivel de colesterol total sérico, LDL, HDL y triglicéridos al menos una vez al año.
9. Conocer la propia situación clínica
Decía Quevedo «que el que quiere tener salud en el cuerpo, procure tenerla en el alma». Es esencial conocer la evolución de nuestro envejecimiento, y la arterioesclerosis es un proceso de endurecimiento y pérdida de elasticidad de las arterias causada por el depósito de colesterol responsable de la formación de placas de ateroma en el endotelio vascular (capa íntima de las arterias). Este fenómeno crea un estrechamiento progresivo que puede derivar incluso en la oclusión del vaso, lo que impediría el flujo sanguíneo a través de la arteria afectada. En la actualidad, el grado de oclusión se puede valorar con pruebas de imagen como el angio-TAC, de 160 o de 64 cortes, y el Doppler. En pacientes con antecedentes de insuficiencia coronaria o ictus, se recomiendan niveles de colesterol inferior a 150 mg/dl.
10. Cumplir con el tratamiento
Para completar esta lista de consejos contra el colesterol regresaremos a las palabras de Gregorio Marañón: «Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir en plenitud y dignidad». Los fármacos que utilizamos habitualmente en nuestra práctica clínica son: ezetimiba, estatinas (pitavastatina, rosuvastatina, atorvastatina, sinvastatina), ácido nicotínico y fibratos. Según el caso clínico, estos medicamentos se usan de forma individual o en terapias combinadas, siempre con prescripción médica.
En definitiva, quien de verdad se plantea tomar decisiones saludables debe recordar el consejo de Toy: «Solo a partir de mi mente puedo transformar el paraíso en infierno o el infierno en paraíso».
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Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.
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