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Válvula Tricúspide: Comprende su Función, Cirugía y Tratamiento de la Regurgitación

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La válvula tricúspide es una estructura del lado derecho del corazón que raramente recibe la atención que merece.

Se sitúa entre la cavidad superior derecha del corazón (aurícula) y el ventrículo derecho, esta válvula cardiaca controla el flujo de sangre hacia los pulmones.

Cuando la válvula tricúspide falla, las consecuencias pueden ser devastadoras. Según datos de la Sociedad Española de Cardiología, la enfermedad de la válvula tricúspide afecta a millones de personas, aunque más del 90% nunca reciben tratamiento quirúrgico adecuado.

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La válvula tricúspide separa la aurícula derecha del ventrículo derecho, actuando como compuerta unidireccional que permite el flujo sanguíneo hacia el ventrículo derecho durante la relajación cardiaca y previene el reflujo cuando el ventrículo se contrae.

Su nombre es por sus tres valvas (anterior, posterior y septal), aunque estudios demuestran que aproximadamente el  46% de la población tiene entre dos y cuatro valvas.

Esta estructura de la válvula incluye además un anillo fibroso, cuerdas tendinosas y músculos papilares que mantienen su integridad.

¿Qué es la válvula tricúspide?

La válvula tricúspide es la mayor de las cuatro válvulas , con un área normal entre 7-9 cm². El anillo tricuspidea tiene forma tridimensional no planar, parecido a una silla de montar, con el punto más elevado enerca del tracto de salida ventricular derecho y el más bajo en la región posteroseptal.

Las tres valvas tienen tamaños diferentes: la anterior es la más grande y móvil, la septal se inserta directamente sobre el septo interventricular (siendo menos móvil), y la posterior es la más pequeña.

Todas se conectan a través cuerdas tendinosas a músculos papilares que emergen de la pared del ventrículo derecho.

Durante el ciclo cardiaco, la válvula tricúspide se cierra herméticamente cuando el ventrículo derecho se contrae, negando que la sangre retorne hacia la aurícula derecha.

Este cierre de la válvula eficiente permite que toda la sangre fluya hacia los pulmones a través de la válvula pulmonar.

Cuando el ventrículo derecho se relaja, la válvula se abre permitiendo que sangre desoxigenada del cuerpo entre hacia el ventrículo derecho, acabando así el ciclo de la circulación derecha del corazón.

La valvulopatía tricuspidea se hace notar de varias formas:

  • Insuficiencia tricuspídea o regurgitación tricuspídea: La válvula no se cierra del todo, permitiendo reflujo de sangre desde el ventrículo derecho hacia la aurícula durante la contracción. Representa más del 90% de las patologías de esta válvula.
  • Estenosis tricuspídea o estenosis tricúspide: Estrechamiento del orificio valvular que complica el llenado ventricular. Es mucho menos común y es causada por la fiebre reumática.
  • Endocarditis: Infección bacteriana que afecta a usuarios de drogas intravenosas, destruyendo tejido valvular.
  • Anomalías congénito: Defectos estructurales presentes desde el nacimiento, como atresia tricuspidea donde existe tejido sólido en lugar de la válvula.

La regurgitación funcional o secundaria representa el 80% de los casos. No hay daño estructural de la válvula, sino que la dilatación del ventrículo derecho y del anillo impiden el cierre.

Las causas comunes incluyen hipertensión pulmonar (que aumenta la resistencia contra la cual bombea el ventrículo derecho), valvulopatía mitral o enfermedad aórtica que generan congestión retrógrada, y insuficiencia cardiaca con dilatación de cámaras derechas.

La regurgitación primaria, donde el problema está en la válvula misma, puede deberse a degeneración mixomatosa, trauma torácico, o interferencia mecánica por cables de marcapasos.

Los síntomas y el tratamiento dependen de la severidad. Las manifestaciones clínicas incluyen:

  • Fatiga: Debilidad generalizada por gasto cardiaco.
  • Hinchazón: Edema en pierna y en abdomen.
  • Líquido en el abdomen (ascitis): Acumulación que causa distensión y malestar.
  • Pulsaciones yugulares: Ondas visibles en el cuello sincronizadas con el pulso.
  • Síntomas de insuficiencia cardíaca: Disnea, intolerancia al ejercicio
  • Dolor abdominal: Por congestión hepática que puede progresar a cirrosis cardiaca.

Realizar una ecocardiografía es fundamental. Permite visualizar la anatomía valvular, ver la gravedad de la regurgitación, medir el agrandamiento del ventrículo derecho y la aurícula derecha, y calcular la presión pulmonar.

La resonancia magnética es la más común para evaluar el tamaño y función del ventrículo derecho, siendo muy útil en casos complejos. El cateterismo cardiaco derecho mide directamente las presiones en las cámaras derechas.

Los datos son alarmantes. La supervivencia al año es del 91.7% sin regurgitación, 90.3% con regurgitación leve, 78.9% con moderada, y solo 63.9% con regurgitación severa.

El ventrículo derecho se dilata progresivamente, pierde su función contráctil, y eventualmente desarrolla insuficiencia cardíaca derecha irreversible. El hígado sufre congestión crónica que puede progresar a cirrosis con disfunción hepática permanente.

El tratamiento médico alivia síntomas pero no corrige la disfunción valvular. Los diuréticos reducen la hinchazón y congestión. Tratar la hipertensión pulmonar con vasodilatadores puede reducir la carga sobre el ventrículo derecho.

Sin embargo, el tratamiento conservador tiene pronóstico pobre: mortalidad del 20% al año y 50% a cinco años en insuficiencia severa sin cirugía.

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La cirugía de reparación es preferible al reemplazo cuando el cuerpo lo permite. Según datos de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y estudios publicados en la Revista Española de Cardiología, la técnica más común es la anuloplastia: implante de un anillo protésico que reduce el tamaño del anillo dilatado, facilitando el cierre valvular.

Estudios españoles reportan que en una serie de 119 pacientes consecutivos con regurgitación severa sometidos a cirugía entre 1996-2010, se hicieron 61 anuloplastias sin anillo y 23 con anillo. La mortalidad perioperatoria fue del 18.5%, asociada con edad y tiempo de circulación extracorpórea.

El reemplazo de la válvula tricúspide se reserva para valvas muy desgastadas. En la misma serie española, se implantaron 11 bioprótesis y 24 prótesis mecánicas. Las prótesis mecánicas tienen mayor morbilidad durante el seguimiento debido a la alta incidencia de trombosis protésica.

La mortalidad tras cirugía aislada sigue siendo alta globalmente: 8.1% para reparación y 10.9% para reemplazo. Estas cifras reflejan que los pacientes llegan a cirugía en estados avanzados.

Las guías de la Sociedad Española de Cardiología y sociedades internacionales recomiendan cirugía en:

  • Insuficiencia severa sintomática
  • Insuficiencia severa durante cirugía del lado derecho del corazón izquierdo
  • Insuficiencia severa con disfunción ventricular derecha progresiva
  • Dilatación del anillo (≥40 mm) durante cirugía mitral, incluso con insuficiencia leve

La reparación o sustitución valvular debe considerarse antes de desarrollar daño irreversible.

Los pacientes que sobreviven la cirugía necesitan seguimiento estricto. Estudios muestran complicaciones como necesidad de implante de marcapasos definitivo en 34.1% de casos de reemplazo y lesión renal aguda en 27.8%.

Sin embargo, cuando se realiza oportunamente, los resultados pueden ser muy buenos con mejoría sintomática significativa.

Desafortunadamente, análisis recientes sugieren que la cirugía no siempre mejora la supervivencia en regurgitación aislada severa comparada con tratamiento médico, especialmente cuando se interviene tardíamente.

Pronóstico y seguimiento

Las técnicas transcatéter están revolucionando el tratamiento. Estudios recientes en España con el sistema TricValve y otros dispositivos muestran resultados prometedores.

La reparación transcatéter mediante dispositivos edge-to-edge permite unir las valvas sin cirugía abierta.

Meta-análisis que incluyen datos españoles demuestran tasas de éxito técnico del 95.4%, mortalidad a 30 días del 2.8%, y mejoría funcional en más del 70% de pacientes. Estudios de la Revista Española de Cardiología confirman que la intervención percutánea reduce hospitalizaciones y mejora clase funcional.

La cirugía cardiovascular y endovascular moderna tiene alternativas para pacientes con riesgo quirúrgico prohibitivo, aunque la durabilidad a largo plazo permanece en investigación.

La válvula tricúspide puede parecer secundaria, pero su disfunción impacta severamente la supervivencia. El reconocimiento temprano, diagnóstico con ecocardiografía, y cirugía oportuna antes de desarrollar insuficiencia irreversible son fundamentales.

Las personas con regurgitación severa deben ser evaluadas por equipos especializados para determinar las mejores opciones de tratamiento, incluyendo las innovadoras técnicas transcatéter que prometen mejorar los resultados.

Los resultados tras cirugía son excelentes cuando se realiza oportunamente. La reparación mitral restaura la esperanza de vida a niveles comparables con la población general en todas las edades, incluidos personas de avanzada edad.

Sin embargo, el retraso en la intervención hasta desarrollar disfunción ventricular irreversible compromete los resultados.

El seguimiento incluye ecocardiografía periódica: anual tras reparación, más frecuente tras reemplazo biológico para detectar deterioro protésico.

Los pacientes con insuficiencia mitral reparada requieren profilaxis antibiótica antes de procedimientos dentales para prevenir endocarditis infecciosa.

Fuentes:
https://academic.oup.com/eurheartj/article/45/42/4512/7742126

https://cardiothoracicsurgery.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13019-023-02271-9

https://www.revespcardiol.org/en-predictors-cardiovascular-outcomes-after-surgery-articulo-S1885585720304096

https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC7330354/

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