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Esperanza de vida con sonda nasogástrica o gastrostomía en pacientes con demencia y necesidades de nutrición

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Cuando un ser querido recibe la indicación de alimentarse a través de una sonda gástrica, las dudas y la incertidumbre aparecen de dé repente . ¿Qué significa realmente este procedimiento? ¿Cómo afectará a su calidad de vida? ¿Cuánto tiempo puede vivir una persona con una sonda nasogástrica o una gastrostomía?

Bien, estás cuestiones las trataremos en el siguiente artículo con claridad y entereza y te responderemos a todo aquello que te perturba.

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Una sonda gástrica es un elemento diseñado para que una persona tenga el aporte nutricional que necesita, es primordial en aquellas personas que no pueden alimentarse naturalmente (llevarse el alimento a la boca) y no lo pueden hacer de forma segura.

Es un tubo de un material flexible que conecta el sistema digestivo con el exterior de tu cuerpo, parece desagradable a priori pero observa.

Existen diferentes métodos de colocación de la sonda. La más fácil es la sonda nasogástrica, que se introduce por la nariz hasta el estómago.

Cuando la alimentación a través de este tipo de sonda debe extenderse en el tiempo, se recomienda la gastrostomía percutánea endoscópica (PEG), un procedimiento mínimamente invasivo que accede directamente al estómago a través de la pared abdominal.

La indicación de una sonda gástrica suele aparecer en casos de enfermedades neurológicas como la demencia avanzada, en pacientes con dificultades para tragar (disfagia), en algunos tipos de cáncer, o en tesituras donde mantener una ingesta oral segura es inviable.

Un estudio en personas con disfagia indicó que colocar esta sonda mejora el estado nutricional, corriendo todo tipo de problemas nutricionales y recuperando el 61% de la calidad de vida gastrointestinal.

¿Qué es una sonda gástrica y cuándo se indica?

A continuación podrás observar los tipos de sondas que existen, recuerda que pese a parecer desagradable a la vista se mejora la vida del paciente considerablemente, para mucha gente es un imprescindible en su vida diaria.

Se inserta a través de la nariz hasta el estómago. Se usa normalmente para alimentación temporal o para drenar contenido gástrico. Es poco invasiva pero requiere cuidados continuos para evitar irritaciones.

La inserción se hace directamente en el estómago a través de una endoscopia. Es perfecta para una alimentación a largo plazo y pacientes que no toleran la sonda nasogástrica. Mejora el estado nutricional de forma más estable.

Se introduce pasando el estómago hasta el intestino delgado (yeyuno). Se utiliza en pacientes con problemas gástricos severos o riesgo de reflujo, asegurando la nutrición directa en el intestino.

La esperanza de vida con sonda gástrica es muy relativa, depende de la edad, complicaciones y estado natural de la salud del paciente, pero vamos a profundizar.

Un estudio realizado en pacientes mayores de 75 años con demencia avanzada encontró que la mortalidad global fue del 59,5% tras 18 meses.

La principal indicación para la colocación de la GEP fue la dificultad para tragar asociada a la demencia avanzada. La complicación más frecuente fue la broncoaspiración, que ocurrió en el 32,4% de los casos.

Pese a que la sonda puede mejorar los valores nutricionales, no necesariamente prolonga la vida y puede estar asociada con complicaciones graves.

En pacientes con ELA (esclerosis lateral amiotrófica) se detectó lo siguiente:

  • La mortalidad a 6 meses vista fue del 26%, en estos casos estamos hablando de afecciones previas y por ende se coloca la sonda, de ahí que los porcentajes sean tan elevados.
  • Mejoró los parámetros nutricionales de los pacientes pero no hubo un gran aumento de la expectativa de vida.

En la siguiente gráfica podrás verlo de una manera más visual:

El soporte nutricional se administra de forma continua a través de una bomba de alimentación o de forma intermitente según la tolerancia del paciente, lo que permite mantener un correcto aporte de nutrientes y proteínas.

Este enfoque de nutrición enteral ayuda a prevenir la desnutrición y aporta beneficios clínicos importantes.

La alimentación también busca mejorar la calidad de vida, controlando posibles complicaciones como vómitos, diarrea o obstrucción de la sonda. La vigilancia garantiza que el paciente reciba los nutrientes necesarios sin interrupciones, optimizando así el tratamiento y la posterior recuperación.

Según datos del registro NADYA-SENPE, en 2018 se registraron 4.556 pacientes con una sonda, lo que equivale a una media de 101 pacientes por 1.000.000 de habitantes, y en 2019 se registraron 4.633 casos de pacientes con sonda, representado el género masculino un 51% de los casos. 

Esta sonda se lleva a cabo bajo control para garantizar seguridad, teniendo en cuenta la vascularización gástrica y asegurando un continuo seguimiento en los primeros 2 meses, que son clave para la adaptación y detección temprana de complicaciones.

  1. Preparación y sedación del paciente: se administra anestesia local y sedación ligera para garantizar la seguridad del paciente y poder hacer una buena exploración.
  2. Evaluación endoscópica y vascular: el médico inspecciona la cavidad gástrica, asegurándose de que no hayan lesiones que puedan aumentar el riesgo de sangrado.
  3. Selección del punto de inserción: se determina el área más segura del abdomen para introducir la sonda, en función de la anatomía.
  4. Colocación de la sonda por vía percutánea: se introduce la sonda a través la pared abdominal hasta el estómago, con ayuda de la guía endoscópica.
  5. Fijación y comprobación: se asegura que la sonda este correctamente fijada, sin holguras y se verifica la correcta posición con control endoscópico.
  6. Inicio de la nutrición enteral: la alimentación se introduce de forma progresiva, comenzando con volúmenes bajos que se incrementan según tolerancia y salud del paciente.
  7. Seguimiento durante los primeros 2 meses: se monitoriza al paciente para detectar posibles complicaciones como obstrucción, infección local o desplazamiento de la sonda.

Aunque es un procedimiento seguro, existen riesgos que deben vigilarse, sobre todo en pacientes con enfermedades neurológicas como párkinson o alzhéimer, quienes suelen requerir este tipo de soporte a largo plazo.

Aparecen en el sitio de inserción. Se puede prevenir con una higiene diaria óptima, uso de antisépticos y control de signos de enrojecimiento o secreción.

Provocada por residuos de fórmulas o medicamentos mal disueltos. La prevención incluye enjuagues diarios con agua estéril y la correcta preparación de los fármacos.

Especialmente relevante en pacientes con parkinson o alzheimer, ya que presentan mayor riesgo de aspirar secreciones o contenido gástrico. Para prevenirla, se recomienda mantener la cabecera elevada durante y después de la nutrición enteral.

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Poco frecuentes, pero posibles si no se evalúa bien la zona antes de la colocación. Una técnica cuidadosa y el seguimiento médico reducen significativamente este riesgo.

Ocurre especialmente en los primeros 2 meses tras la colocación. Para prevenirlo, es clave la fijación correcta y la educación del paciente y cuidadores.

Como diarrea o distensión abdominal relacionadas con la nutrición enteral. Pueden minimizarse ajustando la velocidad de infusión y adaptando la fórmula según tolerancia.

  • Higiene estricta del estoma: limpiar a diario con agua y jabón neutro, secar bien y vigilar signos de infección.
  • Correcta administración de la nutrición enteral: usar fórmulas prescritas, respetar horarios y cantidades para asegurar un soporte nutricional adecuado.
  • Enjuagues con agua estéril: antes y después de cada aporte nutricional o medicación, para evitar obstrucciones de la sonda.
  • Posición del paciente: mantenerlo incorporado (30–45°) durante la alimentación y al menos 30 minutos después, reduciendo el riesgo de aspiración y neumonía.
  • Control médico regular: acudir a revisiones periódicas para valorar estado nutricional, integridad del dispositivo y ajustar el plan terapéutico.
  • Detección precoz de complicaciones: prestar atención a dolor abdominal, fiebre, enrojecimiento o fugas alrededor de la sonda.
  • Soporte psicológico y social: el acompañamiento del entorno familiar y el acceso a programas de apoyo mejoran la calidad de vida y la adherencia al tratamiento.
  • Actividad física adaptada: mantener movilidad, siempre bajo indicación médica, para prevenir complicaciones secundarias como trombosis o debilidad muscular.
Cuidados y recomendaciones para prolongar la esperanza de vida

Fuentes:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14627355/
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10186723/

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