Los problemas más comunes de salud en verano y cómo prevenirlos

enfermedades verano

Los problemas más comunes de salud en verano son el resultado de las modificaciones que experimenta el cuerpo por las altas temperaturas y por las actividades que, por tradición, se realizan en esta época.

Durante el verano se produce un aumento de visitas a los servicios de urgencias. Suelen ser, sobre todo, personas de edades comprendidas entre los 15 y los 45 años, cuyas dolencias generalmente se repiten.

Estos problemas se pueden dividir dependiendo de qué los provoque: enfermedades provocadas por el agua o falta de esta, problemas causados por el sol y el calor, enfermedades gastrointestinales y picaduras de insectos. Las explicamos a continuación.

Enfermedades provocadas por el agua

El contacto constante con el agua, bien del mar o de las piscinas, puede producir diversas enfermedades. Una de las más comunes es la otitis externa. De hecho, el 80% de los casos que se presentan son en verano. Esta se produce por la entrada de agua al oído, combinado con las altas temperaturas de esta época. Si se diagnostica en sus etapas iniciales se puede resolver fácilmente, pero si se complica puede volverse crónica (Del Carmen Espinoza-Magaña, 2011).

Otra afección muy común asociada al verano es la cistitis. Generalmente es ocasionada por estar mucho tiempo con la ropa mojada al salir del agua. Esta humedad, junto con el calor, causan “ardor miccional y polaquiuria”, tener mucha necesidad de orinar. Además, “puede existir también una hematuria”, que es la presencia de sangre en la orina, aunque esto último no es signo de gravedad (Bruyère y Pizzighella, 2018). Cabe destacar que la cistitis se produce de forma frecuente en la mujer y es raro que se de en los hombres.

La conjuntivitis viral no pasa desapercibida dentro de estas enfermedades provocadas por las piscinas o el mar. Por suerte, no suele estar en peligro la visión de quién la padece, aunque puede variar dependiendo del caso. Se produce “por contacto directo con adenovirus presentes en superficies inertes, o por gotas en secreciones”, por lo que es contagiosa (Ucero, et al., 2018).

Problemas provocados por el sol y el calor

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Hablar del sol en verano, es sinónimo de hablar sobre las quemaduras solares. Estas son una respuesta inflamatoria y “la reacción cutánea más frecuente ante la exposición solar” (Manciet, 2020). Como afirma Manciet (2020), prácticamente el 100% de las personas de la tierra ha sufrido alguna vez en su vida alguna quemadura solar moderada y, al menos, el 50% ha llegado a sufrir alguna quemadura más grave. Pero el principal problema de las quemaduras es que, a largo plazo, pueden derivar en cáncer, generalmente de piel, ya que “los rayos ultravioletas de la luz solar son carcinógenos” (Salvá, 2020).

Dos problemas muy comunes ocasionados por las altas temperaturas son la deshidratación y los golpes de calor. Por un lado, la deshidratación consiste en “la pérdida de agua y solutos en el cuerpo humano”, en este caso más común en verano es por la falta de aporte de agua al organismo (Soto, Marín y Garibay, 2011). La deshidratación es más común en niños y ancianos y sus principales señales son la somnolencia o el letargo. Además, puede llegar a provocar un paro cardíaco en los peores casos.

Por otro lado, los golpes de calor se dan cuando la temperatura corporal sube por encima de los 40 grados. Los síntomas principales son mareos, pulso fuerte y rápido, así como piel seca. Es importante señalar que cuando la temperatura del cuerpo alcanza los “41 grados hay riesgo de muerte y a 44 grados la muerte cerebral está asegurada” (Manuel De la Peña, M.D., Ph.D., 2020). Y es que el golpe de calor requiere tratamiento de urgencia. El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos.

Pero, sin lugar a dudas, otro de los problemas más escuchados en las playas y las piscinas son los temidos cortes de digestión o hidrocución. Estos se dan cuando hay un cambio brusco de la temperatura corporal que puede causar una “parada cardíaca súbita tras la inmersión en agua fría” (Portales y Jiménez, 2011), además de shock y pérdida de conciencia (Masegosa, 2013).

Asimismo, es importante recordar que el aire acondicionado y los cambios bruscos de temperatura pueden aumentar el riesgo de infecciones respiratorias. Si el aire acondicionado es muy frío, provoca sequedad ambiental. Cuando se respira este aire frío y poco húmedo, las vías respiratorias se irritan y las mucosas que las recubren se inflaman. Esto origina problemas respiratorios como rinitis, faringitis, amigdalitis, laringitis o bronquitis.

Enfermedades gastrointestinales

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Las temperaturas más cálidas y una mayor actividad al aire libre son unos perfectos aliados para que ciertas bacterias patógenas proliferen en los alimentos y en el agua. Las enfermedades gastrointestinales en verano se dan por la ingesta de alimentos en mal estado a causa del calor, la ingesta de alimentos crudos y beber agua que está contaminada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) la contaminación de estos alimentos se puede deber a la contaminación ambiental (del aire, la tierra o el agua) y se puede producir en cualquier etapa del proceso, desde la producción al momento del consumo.

Además, las enfermedades que se transmiten a través de los alimentos son una gran causa de morbilidad y mortalidad en el mundo. En 2010 se produjeron 600 millones de casos y 420.000 muertes por este tipo de enfermedades (OMS, 2015).

Picaduras de insectos

Las picaduras de insectos son otro problema común en verano. Los mosquitos, las avispas y las abejas pueden causar reacciones alérgicas graves. Una vez has sido picado, se recomienda lavar la zona con agua y jabón y aplicar una compresa fría para reducir la hinchazón. También puede aplicar una crema o loción antihistamínica para reducir el picor.

En caso de reacción alérgica ante una picadura de insecto, es importante actuar rápido. Si la reacción es leve, se recomienda ir a un área segura para evitar más picaduras y quitar los aguijones. Luego, se debe lavar el área con agua y jabón y aplicar un paño humedecido con agua fría o lleno de hielo en la zona de la picadura durante 10 a 20 minutos para reducir el dolor y la hinchazón. Si la reacción es grave o si se presenta dificultad para respirar, se debe buscar atención médica inmediata.

¿Cómo prevenirlas?

  • En el caso de la otitis, se recomienda secar bien los oídos al salir del agua, no introducir objetos en el oído y utilizar tapones adecuados para el baño.
  • Para evitar la cistitis, es esencial proteger el área genital, evitando llevar mucho tiempo el bañador mojado, por ejemplo.
  • Si se quiere evitar la conjuntivitis, es recomendable utilizar gafas para bucear cuando se esté en el mar o en la piscina, así como utilizar sombreros, gorras o gafas de sol cuando se esté fuera del agua.
  • Es importante consumir entre 2 y 3 litros de agua al día para reponer sales y minerales, ya sea en forma líquida o con alimentos que contengan alta cantidad de agua, como por ejemplo la sandía, el melón o la piña. Además, limitar el tiempo de exposición al calor siempre será la clave ante estos problemas.
  • El uso de crema solar es de gran importancia en las zonas que no estén cubiertas por la ropa, sobre todo en la cara y en los brazos. Las cremas más recomendadas son las de amplio espectro, con un factor de protección superior o igual a 30. Y en caso de nadar o sudar, hay que aplicarla de nuevo a las dos horas.
  • Si quieres prevenir las infecciones respiratorias por los aires acondicionados se recomienda un buen mantenimiento de los filtros y adecuada ventilación.
  • Se recomienda evitar ingerir comidas que lleven mucho tiempo fuera del frigorífico o alimentos de descomposición fácil, así como beber agua embotellada que no haya estado expuesta al sol.
  • Para prevenir las picaduras de insectos se recomienda evitar las zonas de agua estancada, usar ropa ligera y de colores claros, proteger a nuestras mascotas, usar repelente y tomar un extra de vitamina B.

 

Fuentes:

Bruyère, F., y Pizzighella, M. (2018). Epidemiología, diagnóstico y tratamiento de la cistitis aguda aislada o recidivante del adulto. EMC-Urología, 50(3), 1-13.

Del Carmen Espinoza-Magaña, G. L. (2011). Otitis externa: diagnóstico y tratamiento. Revista Médica MD, 3(1), 38-44.

Manuel de la Peña, M.D., Ph.D. (2020). Golpe de Calor. Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social.

Manciet, J. R. (2020). Quemadura solar y prevención. EMC-Tratado de Medicina, 24(3), 1-7.

Masegosa Casanova, Á. (2013). Soporte vital en ahogamiento.

OMS (2015). Estimaciones de la OMS sobre la carga mundial de enfermedades de transmisión alimentaria.

OMS (2021). Enfermedades de transmisión alimentaria.

Portales, J. G. H. S. C., & Jiménez, A. J. (2011). Pasos en la actuación con el paciente ahogado.

Salvá, R. P. (2020). Problemas crónicos de salud oncológicos.

Soto, I. B., Marín, A. F., y Garibay, B. S. (2011). Deshidratación en niños. An Médicos56(3), 146-55.

Ucero, A. M. M., et al. (2018).  Conjuntivitis Virales Agudas: Conocimientos Básicos para esta Nueva Pandemia.

Director de la Cátedra del Corazón y Longevidad, Doctor “cum laude” en medicina, profesor de cardiología, escritor, académico, investigador y con experiencias de éxito en gestión.

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