A lo largo de la historia, la mujer ha permanecido en segundo plano en diferentes áreas, pero siempre ha habido mujeres valientes que se han abierto paso en ese mundo de hombres. El objetivo de este artículo es el de hacer un repaso de esas mujeres que, a pesar de no tenerlo fácil, han destacado en medicina y farmacia.
Roles en la sanidad
La medicina es de hombres y la enfermería de mujeres. Por desgracia es una frase que hemos oído más de una vez en la antigüedad, y es que los roles de género también están en el área sanitaria. Cada vez es menos común escuchar este tipo de comentarios, ya que la sociedad va evolucionando, pero no hace tanto tiempo que seguían presentes en los hospitales.
La Organización Mundial de la Salud (2018) señala que estos roles no son más que “construcciones sociales que conforman los comportamientos, las actividades, las expectativas y las oportunidades que se consideran apropiados en un determinado contexto sociocultural para todas las personas.” En definitiva, no son determinantes, ni mucho menos, pero sí que afectan a la hora de las condiciones del trabajo y las trayectorias profesionales de los trabajadores.
Cada vez hay más mujeres en el sector sanitario. De hecho, en 2018 se superó por primera vez el número de mujeres colegiadas en medicina. Según reflejaba la Estadística de Profesionales Sanitarios Colegiados publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2018), el número total situaba a las mujeres en casi dos mil colegiadas más que los hombres, un dato histórico.
Dos pioneras en medicina
Jaramillo Tallabs (2010) desarrolla la historia de dos grandes figuras en la historia de la medicina de los siglos XVIII y XIX: Dorothea Leporin y Elizabeth Blackwell.
De la primera que hablaremos es de Dorothea Leporin. Nacida en Alemania en 1715, desarrolló un estudio titulado “Una investigación profunda de las causas que evitan que el sexo femenino curse la universidad”. En cada capítulo exponía que el conocimiento se encuentra dividido de forma equitativa entre géneros, pero que la mitad de las personas del mundo no tenían acceso a una educación para poder desarrollarlo en profundidad. Asimismo, para Leporin, el trabajo en el hogar provoca un deterioro en la salud de la mujer y por ende en el desarrollo de su potencial intelectual, lo que suponía “un desperdicio para el avance de la humanidad”.
Tras un gran éxito, con la ayuda de su padre y con permiso del rey de Prusia Federico II, su trabajo fue publicado en 1742. El mismo rey, para demostrar su compromiso en el progreso de la educación del país, le permitió matricularse en la Universidad de Halle. Sin embargo, a pesar de la autorización real, nunca pudo estudiar en la universidad y sus conocimientos en medicina tuvo que adquirirlos a través de su padre.
Practicó la medicina por su cuenta hasta que otros médicos “la acusaron de incompetencia”. Ahí fue cuando solicitó recibir el título universitario, pero como nunca se había graduado ninguna mujer anteriormente, la universidad solicitó otro permiso real. Pasados unos meses, se lo concedieron en junio de 1754. Finalmente, es importante señalar que en esta universidad no se entregó otro título a una mujer hasta 1901.
Otra de las figuras más importantes para la historia de las mujeres en la medicina es Elizabeth Blackwell, nacida en 1821, fue la primera mujer en Estados Unidos en graduarse en medicina. Tras ser rechazada por más de 10 universidades, finalmente logró matricularse en la Universidad de Geneva, en Nueva York. De hecho, consiguió las calificaciones más altas de su promoción.
A pesar de esto, no consiguió trabajo en hospitales de su ciudad y tuvo que mudarse a Francia para especializarse en la modalidad de obstetricia. Al terminar los estudios volvió a Nueva York, pero solo consiguió trabajo en una clínica fundada por mujeres para atender a las personas pobres de la ciudad.
Años más tarde fundó el primer hospital dirigido solamente por médicas, el New York Infirmary, para dar la oportunidad a otras mujeres de practicar su profesión. Fue en 1857 cuando fundó la Escuela de Enfermería de Nueva York y nombró a la doctora Rachel Cole su compañera de dirección, quien fue la primera afroamericana graduada en medicina en Norteamérica. En 1867 fundó la Escuela de Medicina, anexa a la de enfermería y 30 años después ya se habían graduado en ella casi 400 mujeres.
Sus logros inspiraron a mujeres de todo el mundo en el sector sanitario, tanto que impulsó a las mujeres inglesas interesadas en la medicina a que fundaran ellas mismas una escuela en su país. Blackwell ayudó a Elizabeth Garret Anderson, primera mujer en obtener el título de medicina en Reino Unido en 1865, a crear la Escuela Londinense de Medicina para Mujeres.
Mujer española y farmacia
Cada vez son más las mujeres que se han sumado a la profesión farmacéutica. En 1918 no representaban ni el 1% de los colegiados, mientras que hoy en día las mujeres representan a más del 70% de los farmacéuticos colegiados. Sin embargo, durante siglos las mujeres tenían prohibido ejercer en una botica, solamente estaba permitido a las viudas de los boticarios, siempre que delegaran en un regente hombre.
En España, la primera mujer graduada en farmacia por el Colegio de Farmacéuticos de la Comunidad de Madrid fue Elvira Moragas Cantanero, hija de un boticario, quien se colegió en 1918 en Madrid. De hecho, Cantanero fue “una de las primeras mujeres admitidas como alumna en la Universidad de Madrid”. En 1905 fue “la décima titulada en Farmacia y la quinta por la Universidad de Madrid”. Tras fallecer su pare se encargó de la regenta de la farmacia hasta que su hermano finalizó los estudios y la relevó. Fue fusilada en 1936. (García y Renan, 2019).
Otra figura destacable en España es María Pilar Herrero Hinojo, la “primera Catedrática y única directora del Departamento” de Historia de la Farmacia y Legislación farmacéutica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid. Su trabajo junto a los doctores Rafael Folch, Guillermo Folch y Rafael Roldán en el desarrollo del Museo de la Farmacia Hispana fue callado, pero destacable. A ella le correspondieron gran parte de las gestiones para incrementar la colección del museo (Causapé, 2002).
Cada año son menores las diferencias entre hombres y mujeres en el ámbito sanitario y, en definitiva, en todas las áreas de nuestra sociedad. Es labor de todos colaborar a que la igualdad solo vaya en aumento. Citando a las Naciones Unidas:
“El mundo ha logrado avances sin precedentes, pero ningún país ha alcanzado la igualdad de género.”
Fuentes:
Causapé, M. D. C. F. (2002). La historia de la farmacia española en el siglo XX. La Historia de la Farmacia hoy: proyectos y perspectivas de futuro. Actas de las Jornadas celebradas por la Sociedad de Docentes Universitarios de Historia de la Farmacia de España…, 123.
García, M. y Renan, R. (2015): Pioneras farmacéuticas. Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid.
INE (2018): Estadística de Profesionales Sanitarios Colegiados.
Jaramillo Tallabs, S. E. (2010). Historias de vida: la mujer en la medicina. Medicina universitaria, 12(46), 70-78.
Organización Mundial de la Salud (2018): Género y salud.