Drogadicciones y sus efectos sobre el organismo

El uso no médico de las drogas ha sido una constante histórica; ya en Sumeria y Egipto hay testimonios gráficos sobre el cultivo y consumo de opio que hace 5.000 años era representado por ideogramas que significaban «planta» y «alegría». Más cercanas en el tiempo, existen referencias en toda la cuenca mediterránea sobre el uso de «filtros» o pociones, que se prolongó hasta el final de la Edad Media. Las llamadas brujas usaban sustancias naturales para evadirse de la realidad y alcanzar otros estados de percepción.

En la América precolombina era habitual el uso de drogas vegetales. Mucho antes de la llegada de los conquistadores, en la zona andina se mascaban las hojas de la coca para vencer el cansancio, que en las altas montañas es más acusado por la falta de oxígeno. Los aztecas utilizaban el «teonanacatyl» (carne de dios) y el peyote (cacto con poder alucinógeno) era utilizado por los apaches mezcaleros (de donde deriva el término mezcalina, su principio activo).

El consumo de las drogas alucinógenas y psicotrópicas se inició en Europa cuando las tropas de Napoleón regresaron de Egipto. Después de la segunda guerra mundial, en parte gracias a la evolución de las comunicaciones en todo el mundo, se extendió el uso de drogas derivadas de la morfina, y se incrementó, sobre todo en la juventud occidental, el consumo de psicotrópicos.

Efectos generales de las drogas sobre el organismo

Drogas y el cerebro: El cerebro controla e integra todo movimiento y conducta humana, casi todas las drogas de las que se abusan modifican la conducta por acción que ejercen en el cerebro y tronco encefálico. Las modificaciones conductuales causadas por drogas que provocan emociones incontrolables, restricción del almacenamiento de información, capacidad limitada para tomar decisiones y otros tipos de conducta sin control, nos ha llevado a estudiar, como reaccionan a las drogas las diferentes áreas del cerebro. Si se logran entender qué fenómenos se desarrollan en la célula y otras estructuras superiores más sofisticadas, se puede entender más fácilmente por qué se adopta una determinada conducta.

Tronco encefálico: El cerebro y el tronco encefálico comprenden ciertas estructuras diferentes que tienen que ver con el control de acciones, pensamientos y emociones específicas. La alteración de las transmisiones neuronales en estas áreas afecta tanto la conducta física como mental.

Se sabe que las drogas afectan a estas áreas, pero ciertas drogas son específicas para ciertas estructuras, por tanto, cada droga presenta características conductuales propias.

El Hipotálamo: Por medio de estudios experimentales se han encontrado áreas específicas del hipotálamo que provocan sensaciones de placer completamente distintivas cuando son estimuladas. Estas áreas de placer y dolor son de gran importancia en el uso y abuso de drogas, porque provocan una intensa euforia, y esto hace que la estimulación de estas áreas de placer del hipotálamo provoque depresión o inhibición de células de los centros correspondientes al dolor.

Sistema Límbico: El sistema límbico también está implicado en el uso de las drogas reductoras de placer, si alguien toma una droga en un ambiente agradable o recibe sensaciones agradables durante esta experiencia, su satisfacción emocional es almacenada en el Sistema Límbico y puede volverse un estímulo para repetir la experiencia.

Corteza cerebral: En esta encontramos el área de sensaciones temporales que está implicada en los procesos de aprendizaje y memoria, el área de sensación frontal que está especialmente relacionada con el uso de las drogas, ya que es la primera en ser afectada por el alcohol y otras drogas depresivas, suprimiendo así las inhibiciones sociales.

Sintomatología general del dependiente

Una persona que consume, en forma habitual, algún tipo de droga no importando el efecto que produce, va a presentar diferentes síntomas, sin que sea necesario la observación de todos estos al mismo tiempo, entre ellos:

  • Midriasis: Dilatación anormal de la pupila.
  • Miosis: Contracción anormal de las pupilas.
  • Inyección conjuntival: Enrojecimiento de la esclerótica
  • Facies: Aspecto que ofrece el semblante de una persona cuando revela una enfermedad.
  • Dislalia: Dificultad de articular palabras, por Ej. Lengua traposa y hablar balbuceante.
  • Taquicardia: Aumento de la frecuencia del ritmo de las contracciones cardíacas.
  • Anorexia: Falta anormal del apetito.
  • Verborrea: Abundancia de palabras en la locución.
  • Hipertensión arterial: Aumento de la presión sanguínea del cuerpo.
  • Estupor: Disminución de la capacidad intelectual, acompañado de cierto relajamiento o somnolencia.

Percepción social del fenómeno

De acuerdo con lo que nos dicen las últimas encuestas, y tal como se ha señalado anteriormente, si bien aproximadamente la mitad de los ciudadanos españoles consideran que el consumo de drogas ilícitas es un problema importante, ha descendido la sensación de alarma que se asociaba a esta conducta.

Esto se traduce en una mayor dificultad percibida para conseguir las distintas drogas, especialmente aquellas consideradas por los encuestados como más peligrosas para la salud. También se observa una disminución de la visibilidad de ciertos hechos relacionados con esta cuestión: jeringuillas tiradas en el suelo, personas ofreciendo drogas, consumidores tomando sustancias en lugares públicos, etc.

Por otro lado, existe un relevante grado de coincidencia entre las propuestas que los ciudadanos consideran que son más positivas para resolver esta cuestión y las actuaciones llevadas a cabo por las Administraciones Públicas. Así, entre estas propuestas destacan: la educación sobre este tema en las escuelas, el tratamiento voluntario a los consumidores, el control policial, y las campañas de información y sensibilización a la población. Solo un porcentaje muy escaso se muestra partidario de la legalización de las drogas como una medida apropiada para solucionar este tema.

Por qué se consumen y que se puede hacer

No existe una causa concreta que explique por qué una persona comienza a consumir drogas. Parece más adecuado hablar de la existencia de diversas condiciones que se combinan y favorecen este proceso. Los factores de riesgo que facilitan el consumo son los siguientes:

Factores de Riesgos

  • Curiosidad por experimentar: una característica natural y deseable de la adolescencia que es preciso educar para que se convierta en una fuente de maduración e impedir que se concentre en situaciones de riesgo.
  • Presión del grupo de iguales: las amistades ejercen una presión que facilita la adopción de determinadas señas de identidad (forma de vestir, música, etc.), pero que también puede llevar al inicio en el consumo de drogas.
  • Búsqueda de placer: el consumo de drogas ha estado siempre vinculado al deseo de desconectar de las exigencias más agobiantes de la realidad, en un intento de disfrutar al máximo del tiempo de ocio. Si en la infancia y la adolescencia no se aprenden otras maneras de diversión, las drogas pueden ocupar un lugar estelar.
  • Control familiar inconsistente. Cuando las normas familiares son excesivamente rígidas, relajadas o variables, a los niños y adolescentes se les hace difícil la interiorización de unas pautas de comportamiento claras, por lo que su socialización fuera de la familia se verá afectada.
  • Disponibilidad de drogas. Si en el medio en que el adolescente vive su tiempo de ocio existe una presencia notable de drogas, el inicio en el consumo resulta favorecido.

También existen factores de protección

Se ha identificado un número amplio de factores que disminuyen la probabilidad de que una persona se adentre en consumos de drogas. Algunos de ellos tienen que ver con cambios culturales y legislativos de nuestra sociedad (eliminar la publicidad de bebidas alcohólicas y tabaco, aumentar el precio, cumplir rigurosamente las leyes que prohíben su venta a menores, generalizar la prevención en la escuela, etc.). Otros factores de protección tienen que ver con características del propio sujeto, que a lo largo de su vida se ve en la tesitura de tomar la decisión de consumir o no drogas.

Algunos de estos factores son los siguientes:

  • Canalizar positivamente la curiosidad del adolescente hacia actividades constructivas.
  • Compartir con los adolescentes una información adecuada y veraz sobre las drogas y los riesgos asociados a su consumo, a fin de favorecer una toma de decisiones libre ante la previsible oferta de drogas de la que tarde o temprano serán objeto.
  • Educar a niños y adolescentes en valores y actitudes de aprecio, respeto y responsabilidad para con la salud propia y la de la comunidad.
  • Estimular la autoestima de niños y adolescentes, con objeto de reducir el riesgo de que se interesen por las drogas para apuntalar un amor propio frágil.
  • Desarrollar habilidades sociales que les ayuden a comportarse con una aceptable autonomía en la relación con sus amigos, a neutralizar positivamente las presiones de sus compañeros hacia el consumo de drogas y, en su caso, a cambiar de ambiente.
  • Promover una vivencia rica y diversa del tiempo libre que ayude al adolescente a encontrar satisfacciones que no pongan en peligro su desarrollo. Ayudarle a construir modos positivos de disfrutar el ocio a partir de las posibilidades del lugar donde vive.
  • Favorecer un ejercicio razonable de la autoridad paterna que permita a los niños y adolescentes interiorizar unas normas aceptables de convivencia, y les ayuda a tomar decisiones responsables aun cuando actúen movidos por la curiosidad y el placer.
  • Reducir la presencia de las drogas en los sitios por los que se mueven los adolescentes.

Director de la Cátedra del Corazón y Longevidad, Doctor “cum laude” en medicina, profesor de cardiología, escritor, académico, investigador y con experiencias de éxito en gestión.

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