¿Cuáles son los factores de riesgo del ictus?

«Saber es acordarse», afirmaba con claridad Aristóteles. Para evitar el riesgo de ictus es preciso evitar la exposición a las siguientes situaciones de riesgo:

  • ictusFibrilación auricular: eleva el riesgo un 46%.
  • Hipertrofia ventricular izquierda: el riesgo aumenta en un 34%.
  • Hipertensión arterial: el riesgo aumenta en un 16% por cada incremento de 10 mmHg de presión arterial sistólica.
  • Traumatismos craneoencefálicos.
  • Edad: el riesgo se incrementa un 1% por cada año de vida y crece de forma importante a partir de los 60 años.
  • Diabetes.
  • Tabaquismo.
  • Enfermedad cerebrovascular previa.
  • Cocaína y drogas de diseño.
  • Anticoagulantes mal controlados.

Los ictus pueden producirse también en el contexto de intervenciones cardíacas, como un cateterismo o una operación de bypass (derivación) arterial coronario, al igual que en otro tipo de cirugías. El tratamiento para la prevención de la recurrencia del ictus en cualquiera de estos contextos depende de la etiología subyacente. Recordemos en este sentido lo que decía Horacio: «cada día es una pequeña vida».

Ictus de origen cardiogénico

Aproximadamente un 30% de los ictus son debidos a enfermedades cardíacas. La fibrilación auricular, la hipertensión arterial y la hipertrofia ventricular izquierda son las tres causas principales de ictus de origen cardíaco, motivo por el cual se habla siempre de cardiopatías embolígenas.

El mecanismo de producción del ictus cardiogénico con frecuencia es embólico. También puede producirse una hipoperfusión, en especial en los pacientes con una enfermedad estenooclusiva cerebral.

Una buena parte del éxito de la prevención se debe al creciente control de los factores de riesgo más importantes: la hipertensión arterial y la fibrilación auricular. En este sentido, cifras de presión arterial superiores a 140/80 mmHg deben ser vigiladas por el médico, y los problemas cardíacos que cursan con determinados tipos de arritmias, como la fibrilación auricular, han de ser objeto de control clínico. Para evitar este riesgo, el paciente que sufre fibrilación auricular debe recibir tratamiento de anticoagulación para mantener el INR dentro del rango terapéutico. Como diría René de Chateaubriand, «mientras que el corazón tiene deseo, la imaginación conserva ilusiones».

Como alternativa a la anticoagulación oral en pacientes con fibrilación auricular se utiliza un parche transcutáneo con dispositivos (Plaato, Watchman) que aíslan la orejuela izquierda, es decir, la cierran. Los resultados de esta técnica son alentadores, ya que se evita la formación de trombos y, por lo tanto, los accidentes cerebrovasculares.

Traumatismos craneoencefálicos

Alrededor de un 30% de los tratamientos craneoencefálicos pueden dejar secuelas neurológicas. En este sentido, los accidentes de tráfico, las caídas en ciclistas sin casco, las lesiones acuáticas y las caídas con golpes bruscos en la cabeza aumentan el riesgo de padecer ictus. Ante la adversidad, resulta confortadora una cita de Gandhi: «cuando todos te abandonan, Dios se queda contigo».

¿La cocaína aumenta el riesgo de ictus?

Entre los consumidores de cocaína, las probabilidades de sufrir un ictus de tipo isquémico o hemorrágico se elevan hasta siete veces en las horas posteriores al consumo. La cocaína provoca vasoespasmo, eleva la presión arterial, desencadena arritmias cardíacas severas como la fibrilación ventricular y altera los factores de la coagulación que favorecen la formación de trombos. Alrededor de un 20% de los ictus se producen por el consumo de cocaína y drogas de diseño. El poeta Charles Baudelaire bebía en exceso y fumaba opio, lo que le llevó a sufrir un derrame cerebral tras el que desarrolló una hemiplejia y una afasia. Murió con 46 años. Nos legó, entre otras, Las flores del mal, su obra maestra. Ya decía Molière: «todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes».

Cócteles de drogas de diseño, jóvenes e ictus

ictusLos episodios de ictus aumentan exponencialmente entre la gente joven por el uso de drogas que provocan alteraciones severas y bruscas en los vasos sanguíneos. Drogas sintéticas como el «éxtasis» y el «cristal», entre otras, provocan un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el gasto cardíaco y, además, pueden causar daño vascular irreversible en el cerebro. Lo mismo sucede con la cocaína. Las arritmias graves pueden causar ictus y, en algunos casos, provocan la muerte súbita.

Una vez que la droga llega a las neuronas, se produce una gran liberación de adrenalina, dopamina y serotonina, lo que da lugar a una activación potente y prolongada del sistema nervioso central. Esta intensa estimulación provoca taquicardia severa, agitación, estado de alerta permanente, pérdida de autocrítica, envalentonamiento y alteración de la realidad. En consecuencia, se produce una acción rápida e intensa sobre el cerebro, con una reacción explosiva en el organismo.

Irlanda es uno de los países con mayor consumo de drogas entre escolares, ya que oscila en torno al 9%. En el extremo opuesto está Suecia que, con un 1%, es el país con un menor consumo. En este punto hay que recordar la frase de Plutarco: «quien tiene muchos vicios, tiene muchos amos».

Bebedores excesivos

El consumo excesivo de alcohol puede desencadenar arritmias cardíacas, es decir, alteraciones del ritmo, e influir en el control de la presión arterial. En distintos estudios se ha observado que un consumo elevado de bebidas alcohólicas se asocia a presión arterial más elevada. Asimismo, se asocia una mayor tasa de mortalidad cardiovascular en bebedores excesivos, por su cardiotoxicidad.

Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.

Director de la Cátedra del Corazón y Longevidad, Doctor “cum laude” en medicina, profesor de cardiología, escritor, académico, investigador y con experiencias de éxito en gestión.

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