Conductores enfermos

«Me quedé dormido al volante y me desperté en urgencias del hospital. Ahora vivo con las secuelas del accidente y mi vida ha cambiado”. Esta es la realidad de numerosas personas que conducen padeciendo algunas enfermedades o bajo la influencia de efectos adversos de algunos medicamentos. En relación a los conductores, tendríamos que reflexionar más sobre lo que ya decía Alejandro Dumas, “los peligros desconocidos son lo que inspiran más temor”.

Si estás enfermo, no conduzcas. Este debería ser nuestro punto de partida, ya que hay enfermedades que disminuyen nuestras capacidades a la hora de conducir. El caso más evidente es la apnea del sueño, la somnolencia diurna y la narcolepsia, es decir varios estados que alteran nuestro estado de vigilia y que provocan que muchos conductores se queden literalmente dormidos conduciendo. Ocurre especialmente más en las rectas de la carretera que en las propias curvas. Esto nos puede pasar a nosotros o al vehículo contrario y, por tanto, vernos de repente involucrados en un accidente de tráfico. En este sentido, hay que saber anticiparse e ir muy atentos, con los cinco sentidos, para realizar una buena toma de decisiones con el fin de prevenir este tipo de situaciones, y como decía Antonio Machado “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”.

Los conductores enfermos

En este sentido, estar enfermo es un factor de riesgo que se encuentra en numerosos accidentes. Son muchas las enfermedades que pueden implicar algún riesgo para la conducción. Entre ellas destacan algunas muy comunes, como la hipertensión arterial mal controlada, la gripe, el resfriado común, las alergias, la bronquitis, la diabetes, el insomnio y los trastornos mentales, entre otras. Así tenemos que la epilepsia puede provocar descoordinación de movimientos y posibilidad de ataques repentinos. Asimismo, un conductor puede sufrir un trastorno de ansiedad, que se puede manifestar con impulsividad, pérdida de atención y agresividad; también si padece arritmias cardíacas puede presentar mareos, pérdida repentina de conciencia y pérdida de atención; y si sufre asma bronquial, puede tener pérdida de atención. Y, así, podríamos ir describiendo un sinfín de enfermedades que influyen en nuestra capacidad para sentarnos al volante, y como decía Horacio “cada día es una pequeña vida”.

conductoresLos trastornos mentales son mucho más habituales de lo que se piensa. Una gran cantidad de personas padecerá alguno de estos problemas a lo largo de su vida y, entre ellos, la depresión destaca como uno de los más frecuentes, ya que puede provocar graves alteraciones en casi todas las capacidades implicadas en la conducción de vehículos, pudiendo tener consecuencias graves y directas sobre la seguridad vial. Son muy frecuentes las distracciones, dado que el conductor centra toda su atención en sus pensamientos negativos y desatiende el entorno del tráfico. Asimismo, el conductor puede tardar en detectar sucesos importantes para la seguridad y el procedimiento de la información de tráfico se hace más lento. Los conductores pueden sentirse muy inseguros a la hora de tomar decisiones y comportarse de forma inesperada. Se es más propenso a los efectos de la somnolencia y de la fatiga, son frecuentes la irritabilidad y los síntomas de ansiedad. En estos casos, es frecuente el consumo de fármacos e incluso de alcohol, lo que incrementa claramente el riesgo de accidente, y como decía Pitágoras “no hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma”.

Por otro lado, la alergia representa un claro riesgo para la seguridad vial. El 2% de los accidentes están asociados a las alergias respiratorias. Las estadísticas señalan que la mayor parte de los alérgicos no son conscientes del peligro y desconocen que su capacidad para conducir está afectada. Bajo el efecto de la alergia hay lagrimeo continuo y muy molesto; pasarás por episodios de visión borrosa y de fatiga ocular; tendrás una sensación de fatiga generalizada; y sentirás una necesidad constante de estornudar y sonarte la nariz. Todo ello representa una fuente importante de distracciones. Por ejemplo, un estornudo a 120 km/h puede significar recorrer entre 60 y 100 metros sin un control adecuado del vehículo, y como diría Cicerón “humano es errar; pero sólo los estúpidos perseveran en el error”.

A medida que aumenta la edad media de vida, se incrementa también el número de conductores de edad avanzada. Esto significa que aumenta la probabilidad de que aparezcan deterioros cognitivos en los conductores mayores. Dentro de las demencias, el alzheimer es la más frecuente. Aunque en muchos casos, los propios conductores renuncian a conducir, si no dejan de hacerlo, la conducción se vuelve especialmente peligrosa porque la atención se ve gravemente afectada, y como diría Séneca “lo que la razón no consigue, lo alcanza a menudo el tiempo”.

Por otro lado, distintos estudios indican que los fármacos podrían ser la causa directa de entre un 5% y un 10% de los accidentes de tráfico. Según los datos del Instituto Nacional de Toxicología casi el 20% de los conductores muertos en accidentes de tráfico dieron positivo en sustancias, tales como psicofármacos consumidos, solos o junto con alcohol y/o drogas. En el caso de los peatones, los datos aún son más graves, ya que dan positivo en psicofármacos casi el 35%, y por este motivo, como decía Sófocles quien no haya sufrido lo que yo, que no me de consejos”.

Efectos de los fármacos en los conductores

Conductores enfermosResulta curioso descubrir como mucha gente es consciente de los peligros del alcohol o de las drogas, mientras que por el contrario desconocen el hecho de conducir bajo la acción de determinadas enfermedades y fármacos puede resultar tanto o más peligroso. Como puedes comprobar, la falta de información puede llegar a ser mortal para muchas personas, y como diría Platón “buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”.

Sin lugar a dudas, existen muchos tipos de fármacos que pueden presentar un riesgo al volante. Los antihistamínicos y los psicofármacos, son fármacos que pueden alterar tu capacidad para conducir con seguridad. Bajo la influencia de los psicoestimulantes, sobrevaloras tus capacidades y asumirás mayores niveles de riesgo, y como afirmaba rotundamente Víctor Hugo “quien no es dueño de su pensamiento no es dueño de sus actos”.

Bajo la influencia de los ansiolíticos, los sedantes y los hipnóticos:

  • Serás más sensible a los efectos de la somnolencia al volante.
  • Tendrás más dificultades para mantener la concentración.
  • Aumentará tu tiempo de reacción.
  • Tus reflejos y tus movimientos serán más lentos.
  • Te resultará más difícil coordinar adecuadamente tus movimientos; puedes sufrir periodos de visión borrosa y de fatiga ocular.
  • Si además los combinas con alcohol, todos estos efectos se verán amplificados, y tu conducción será especialmente peligrosa.

Bajo la influencia de los antidepresivos te sentirás más sensible a los efectos de la somnolencia al volante; es probable que te sientas más cansado o que te fatigues con más facilidad; y, en ocasiones, puedes sentirte mareado o pasar por periodos de visión borrosa, y como diría Oscar Wilde “el hombre puede creer en lo imposible, pero no creerá en lo improbable”.

Entre los grupos de fármacos que afectan a la capacidad de los conductores, podemos destacar los siguientes:

  • Analgésicos: indicados para combatir el dolor leve, pueden provocar somnolencia, visión borrosa, mayor sensibilidad al deslumbramiento y vértigo. Disminución de la agudeza visual y disminución del poder de concentración.
  • Antiepilépticos: pueden provocar visión borrosa, incapacidad para concentrarse, fatiga, incoordinación motora, somnolencia, vértigos y ansiedad.
  • Antihipertensivos: pueden provocar calambres musculares, alteraciones del equilibrio, somnolencia y lipotimias.
  • Antihistamínicos: recetados para los refriados y las alergias, pueden producir dificultad en la concentración, estados de inquietud, disminución en los reflejos y, sobre todo, somnolencia.
  • Hipoglucémicos: recetados para diabéticos, pueden producir lipotimias, mareos, fatiga muscular y debilidad general.
  • Psicofármacos: utilizados en los trastornos mentales (depresión, ansiedad, esquizofrenia,..), pueden alterar gravemente las capacidades necesarias para una conducción segura.
  • Relajantes musculares: indicados en caso de contractura muscular, pueden provocar somnolencia, fatiga y disminución excesiva del tono muscular.

En definitiva, debemos ser especialmente cuidadosos cuando estamos enfermos, e incluso evitar la conducción en la medida de lo posible, máxime cuando estas tomando determinadas píldoras ya que  como muy bien afirmaba Plinio “la práctica es un maestro excepcional”.

Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.

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Director de la Cátedra del Corazón y Longevidad, Doctor “cum laude” en medicina, profesor de cardiología, escritor, académico, investigador y con experiencias de éxito en gestión.

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