¿Cómo conseguir reducir en la práctica la cantidad de sal de nuestra dieta?
Pueden destacarse diez aspectos clave para reducir la cantidad de sal en la dieta:
- No usar sal cuando se cocina.
- Evitar los alimentos procesados ricos en sal, como fiambres, conservas, precocinados, etc.
- No añadir sal a la comida.
- Sustituir la sal por otras especias, hierbas aromáticas, zumo de limón, ajo fresco o polvo de ajo o cebolla.
- En los restaurantes, pedir la comida sin sal o con poca sal.
- Leer las etiquetas de los envases de los alimentos y comprar productos «bajos en sal» o «sin sal».
- Buscar nuevas recetas que incluyan alimentos sin sal o con poco sodio.
- Sustituir el pan normal por uno sin sal.
- Restringir el jamón york, que lleva tanta sal como el resto de embutidos, así como el jamón serrano, las pastas y las galletas.
- Evitar las sopas de sobre y las pastillas de caldo, que llevan cantidades importantes de sal.
¿Qué debemos evitar?
Según Doug Larson, «la esperanza de vida aumentaría a pasos agigantados si los vegetales olieran tan bien como el tocino». En este sentido, deberían evitarse los siguientes alimentos:
- Aceitunas y anchoas, que son muy ricas en sal.
- Carnes crudas con sal, carnes, pescados y aves de corral salados en lata o procesados; tocino ahumado; jamón; buey secado; corned beef; salchichas de Fráncfort; fiambres procesados; queso salado y alimentos de queso salado; cacahuetes salteados; comidas en lata; comidas congeladas.
- Snacks salados; galletitas saladas; palomitas de maíz saladas; patatas chips, hojuelas de maíz, nueces saladas.
- Vegetales en salsas congeladas comerciales.
- Sopas en lata; sopas en polvo.
¿Qué hacer con los alimentos elaborados?
La presencia de sal en los alimentos elaborados pretende principalmente realzar su sabor y conservar el alimento. En estos alimentos, la industria que los elabora añade otras sustancias que contienen sodio, como aditivos, emulgentes, espesantes, estabilizantes, edulcorantes y potenciadores de sabor.
Tres cuartas partes de la sal que consumimos proviene de alimentos elaborados, pues la mayoría de los alimentos frescos no contienen sal. Lo ideal sería prestar especial atención al etiquetado, si bien muchas casas comerciales no lo indican a no ser que aludan de modo destacado a la sal (con una etiqueta de «bajo en sal»).
Tratamiento
Isaac Newton decía que «lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos, el océano». Aun así, parece evidente que el objetivo del tratamiento es reducir la presión arterial de tal manera que se reduzca el riesgo de complicaciones.
Para tratar la presión arterial alta se pueden utilizar varias familias de fármacos con diferentes mecanismos de acción. Entre ellos destacan los siguientes:
- Diuréticos: furosemida, torasemida, hidroclorotiazida, amilorida, espironolactona, etc.
- Inhibidores de la renina: aliskiren.
- Inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona (ARA II): losartán, valsartán, irbesartán, olmesartán, etc.
- Alfa-bloqueantes: doxazosina, prazosina, etc.
- Inhibidores de la enzima de conversión (IECA): enalapril, ramipril, etc.
- Calcioantagonistas: amlodipino, nifedipino, manidipino, etc.
- Beta-bloqueantes: bisoprolol, atenolol, carveditol, etc.
1.Diuréticos
Los diuréticos se mantienen como uno de los grupos de mayor utilidad. Son eficaces, económicos y, generalmente, bien tolerados en dosis bajas. Además, son los fármacos de elección en las asociaciones de antihipertensivos. Muchos de sus efectos adversos, como la depleción de potasio, la intolerancia a la glucosa y la disfunción eréctil, se asocian con el empleo de dosis elevadas, del orden de 50-100 mg/día, que se utilizan en algunas ocasiones. Con las dosis habituales (12,5-25 mg/día), la incidencia de efectos secundarios es mínima. Además, los diuréticos son fármacos básicos en el manejo de la insuficiencia cardíaca.
Los diuréticos tiazídicos están especialmente indicados en el tratamiento de la hipertensión sistólica aislada del anciano y en diabéticos, que obtienen un beneficio especial con este tipo de terapia. En bajas dosis propias de terapia combinada dan buenos resultados.
2. ARA II: antagonistas de los receptores de la angiotensina II
Los ARA II (losartán, valsartán, irbesartán, olmesartán, etc.) presentan muchas características comunes con los IECA. Su principal diferencia radica en una mejor tolerabilidad y en que tienen un papel propio como fármacos antihipertensivos de primera línea.
Su empleo en hipertrofia ventricular izquierda ofrece una protección cardiovascular superior al tratamiento con betabloqueantes, especialmente en casos con diabetes. La terapia combinada de ARA II con tiazidas y/o calcioantagonistas aporta muy buenos resultados.
3. IECA. Inhibidores de la enzima de conversión
Los IECA (enalapril, ramipril, etc.) son fármacos seguros y ofrecen una prevención cardiovascular secundaria similar a los clásicos en el paciente hipertenso. El efecto adverso más frecuente de los IECA es la tos (5-10%) que, en muchas ocasiones, obliga a suspender el tratamiento.
4. Inhibidores de la renina
El aliskiren es un inhibidor directo de la renina en el lugar de su activación. Este fármaco es eficaz también en combinación con tiazidas y calcioantagonistas. El principal efecto adverso es diarrea, aunque solo en dosis superiores a las recomendadas.
5. Calcioantagonistas
Todos los subgrupos de calcioantagonistas son eficaces y bien tolerados. Es recomendable el uso de sustancias de acción prolongada a la vez que se evitará el empleo de fármacos de acción rápida y corta. En terapia combinada, los calcioantagonistas ofrecen buenos resultados junto con ARA II.
Algunos estudios demuestran la seguridad de utilizar amlodipino en pacientes con insuficiencia cardíaca o con enfermedad coronaria, así como nifedipino en casos de cardiopatía isquémica. Investigaciones recientes sugieren que estos fármacos podrían tener ventajas adicionales en la prevención del ictus, aunque no está claro si se debe a efectos protectores específicos o a una ligera mejora en el control de la presión arterial.
Los calcioantagonistas, verapamilo y diltiazem, son muy útiles en casos de fibrilación auricular. Sin embargo, están contraindicados en pacientes con insuficiencia cardíaca o disfunción ventricular.
6. Alfa-bloqueantes
La indicación clásica de los alfa-bloqueantes es la asociación de hipertensión con hipertrofia benigna de próstata. Su principal efecto adverso es la hipotensión ortostática (postural), por lo que deben ser de administración nocturna.
7. Beta-bloqueantes
En las guías europeas ya no se recomienda la utilización de beta-bloqueantes como fármacos de primera línea en el tratamiento de la hipertensión. Sin embargo, constituyen el tratamiento de elección en hipertensos con arritmias y, especialmente, con fibrilación auricular.
8. Nuevos antihipertensivos
Entre los nuevos antihipertensivos actualmente en investigación se incluyen los donadores del óxido nítrico, los inhibidores neutrales de endopeptidasa, los agonistas de los AT2 y los antagonistas de los receptores de endotelina. Aunque sus mecanismos de acción prometen ser efectivos, su fase de investigación se encuentra aún lejos de su aplicación para la práctica clínica.
9. Monoterapia y terapia combinada
La combinación de dos fármacos antihipertensivos de clases diferentes incrementa la reducción de presión arterial mucho más que duplicar la dosis de un solo fármaco. Además, existen sinergias fisiológicas y farmacológicas que justifican la mayor efectividad de las combinaciones de fármacos. Esta estrategia se encuentra en auge en la selección de antihipertensivos.
La guía europea recomienda considerar como tratamiento inicial la combinación de dos fármacos cuando los hipertensos tienen una presión arterial alta. También se aconseja en pacientes de alto riesgo cardiovascular debido a la presencia de daño orgánico, diabetes, enfermedad renal o antecedentes de enfermedad cardiovascular.
10. Combinación de tres-cuatro fármacos
Es importante recordar que al menos el 20% de los pacientes necesitan más de dos antihipertensivos para conseguir una reducción efectiva de la presión arterial. La combinación de un ARA II, IECA, un inhibidor de la renina o un calcioantagonista y un diurético tiazídico puede ser razonable, si bien en algunas circunstancias clínicas puede recurrirse a otras clases, como los beta y alfa-bloqueantes.
11. Tratamiento de la hipertensión resistente o refractaria. Denervación renal
Debe recordarse que «el sabio no dice lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice», como afirmaba Aristóteles. La hipertensión se clasifica como resistente o refractaria en sujetos tratados con al menos tres fármacos antihipertensivos en dosis plenas, uno de ellos diurético, con un adecuado cumplimiento de la medicación antihipertensiva; es decir, si la medicina convencional no reduce la presión arterial a niveles normales.
En EE. UU. y el Reino Unido se han publicado sendas guías para el tratamiento de la hipertensión arterial, según las cuales en este tipo de pacientes está indicada la denervación renal. Esta técnica es una intervención endovascular en el tratamiento de la hipertensión arterial, un procedimiento que se realiza con un catéter guía por vía femoral hasta llegar a la arteria renal; para aplicar energía de radiofrecuencia se practica una ablación en los nervios del interior de la arteria sin dañarla.
12. Regreso a Confucio
En resumen, en las sociedades modernas se constata la necesidad de adoptar unos hábitos y estilos de vida saludables, exclusivamente vinculados a nuestro comportamiento, para obtener el mayor descenso posible de la presión arterial. Así lo dijo Confucio: «Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes».