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Cirrosis hepática: cómo compensar y mejorar la esperanza de vida

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¿Te preocupa tu futuro por una enfermedad hepática? Es normal sentir miedo y confusión, porque cuando se trata del hígado, cada instante cuenta. La cirrosis hepática puede avanzar silenciosamente, pero compensarla a tiempo y de manera efectiva marca la diferencia entre una vida limitada y una vida totalmente feliz. 

Aquí no se trata de estadísticas, sino de tratamientos médicos que pueden ayudarte a mantener tu movilidad, tu energía y tu bienestar durante más años. 

Conocer cómo compensar tu enfermedad hepática y actuar con determinación puede transformar tu pronóstico y ofrecerte una esperanza de vida más sólida de lo que imaginas.

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Cuando el hígado sufre daño continuo, deja de funcionar bien: eso implica que deja pasar toxinas al torrente sanguíneo, pierde la capacidad de producir proteínas vitales y no puede regular correctamente los procesos que mantiene tu cuerpo en equilibrio. 

En esta enfermedad, el consumo de alcohol prolongado es una causa frecuente y peligrosa, pero no la única: otras causas metabólicas o virales también llevan al mismo daño hepático que termina por cicatrizar el órgano.

Una de las complicaciones más graves es el sangrado interno, especialmente por várices en el esófago o el estómago, que puede surgir cuando las cicatrices impiden un buen drenaje de la sangre en el hígado. Si esos vasos se rompen, la situación se complica muy rápidamente. 

Sumado a esto, la encefalopatía hepática –una alteración del cerebro debido a toxinas que el hígado ya no filtra– puede generar confusión, somnolencia, alteraciones neurológicas graves que reducen la autonomía y afectan a la calidad de vida.

En España, según IM Medico Hospitalario la prevalencia estimada de cirrosis hepática se sitúa entre el 1 y el 2 % de la población general

Que es la cirrosis hepática

En la cirrosis compensada, el hígado mantiene parte de sus funciones pese a lo que le ocurre. Con un seguimiento médico, dejar el alcohol y someterse a un tratamiento de la hepatitis B u otras causas, es posible frenar la enfermedad durante años y llevar una vida casi normal.

La cirrosis descompensada, en cambio, abre la puerta a complicaciones graves como hemorragia digestiva, ascitis, encefalopatía y un alto riesgo de cáncer de hígado.

Llegar a esta fase reduce mucho la expectativa de vida, por eso el objetivo es claro: detectar y tratar a tiempo para permanecer el mayor tiempo posible en estado compensado.

AspectoCirrosis compensadaCirrosis descompensada
Función del hígadoAún mantiene la mayoría de sus funciones, a pesar de las cicatrices.El hígado ya no logra cumplir sus funciones básicas.
SíntomasPueden ser leves o inexistentes: fatiga, ligera debilidad.Aparición de hemorragia digestiva, ascitis, ictericia, encefalopatía hepática.
Causas frecuentesHepatitis B, consumo de alcohol crónico, hígado graso, enfermedades autoinmunes.Las mismas causas, pero con daño avanzado; mayor riesgo tras años de consumo alcohólico.
ComplicacionesRiesgo bajo de eventos agudos si se sigue tratamiento.Alta probabilidad de cáncer de hígado, infecciones graves y fallo multiorgánico.
Expectativa de vidaPuede ser cercana a la normal con seguimiento médico y cambios de estilo de vida.Se reduce notablemente sin trasplante; el pronóstico depende de la gravedad y el manejo.

La cirrosis hepática surge cuando el hígado sufre una lesión continua que deja cicatrices y limita su función. Entre las principales causas se encuentran:

  • Consumo crónico de alcohol, una de las razones más frecuentes.
  • Infecciones virales como hepatitis B y C.
  • Hígado graso no alcohólico ligado a obesidad o diabetes.
  • Trastornos autoinmunes que atacan el tejido hepático.
  • Complicaciones de la variz esofágica por hipertensión portal, que agrava el daño.

Los síntomas al empezar pueden pasar desapercibidos, pero a medida que la enfermedad avanza, los signos se vuelven evidentes:

  • Fatiga persistente y pérdida de apetito.
  • Ictericia (piel y ojos amarillos).
  • Hinchazón abdominal (ascitis) y piernas edematosas.
  • Aparición de variz esofágica con riesgo de sangrado.
  • Confusión o cambios de conducta por encefalopatía hepática.

¿Afecta a la esperanza de vida? Podríamos decir que sí, te hemos detallado toda la información para que puedas segmentar los datos por tipos de cirrosis, te ayudará bastante:

En pacientes con cirrosis descompensada, la supervivencia media se sitúa alrededor de 4,10 años tras un evento de descompensación (por ejemplo ascitis, hemorragia, encefalopatía) según un estudio con pacientes en España.

Para quienes, además, desarrollan hepatocarcinoma (cáncer de hígado) sin posibilidad de trasplante, la supervivencia media se reduce a 1,75 años en ese mismo estudio.

En casos de cirrosis con sangrado gastrointestinal (várices, por ejemplo), un estudio evaluó 403 pacientes tras su primer episodio hemorrágico: la supervivencia acumulada fue del 60,2 % al año, del 33,6 % a los 5 años y apenas el 14 % a los 10 años. La mediana de supervivencia fue de 2,5 años. 

En cirrosis compensada (sin descompensación manifiesta), la supervivencia es mucho más prolongada: algunos estudios reportan medianas alrededor de 12 años para muchos pacientes.

Un informe reciente sugiere que entre pacientes con cirrosis compensada, algunos pueden vivir hasta 20 años antes de que ocurra una progresión significativa, aunque esto depende mucho de la causa, las comorbilidades y el tratamiento.

Detectar la enfermedad a tiempo es clave para cualquier persona con cirrosis hepática. El diagnóstico comienza con análisis de sangre para evaluar enzimas y coagulación, estudios de imagen como ecografía o elastografía, y en algunos casos biopsia hepática.

Es fundamental buscar causas específicas: infecciones por hepatitis b o c, sobrecarga de hierro por hemocromatosis u otros trastornos metabólicos que aceleren el daño. Identificar la raíz permite elegir el tratamiento más adecuado y frenar la progresión.

El pronóstico depende de la fase y de la respuesta al tratamiento. En etapas iniciales, cambios de estilo de vida y terapias dirigidas pueden mantener la función hepática durante años.

Cuando existe daño avanzado o complicaciones graves, el trasplante hepático se convierte en la mejor opción para prolongar la vida y mejorar la calidad del paciente. Un seguimiento médico constante y la corrección de factores de riesgo marcan la diferencia entre una evolución estable y una descompensación rápida.

Cirrosis Hepática Diagnóstico y Pronóstico

Incluye fármacos para reducir la inflamación y controlar complicaciones. Los diuréticos ayudan a eliminar el exceso de líquido, mientras que los betabloqueantes reducen la presión portal y el riesgo de hemorragias internas.

En infecciones virales se utilizan antivirales específicos para hepatitis B o C.

En casos autoinmunes, se pueden emplear corticoides o agentes inmunosupresores para frenar la respuesta del sistema defensivo que daña el tejido.

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Cuando existen várices en el esófago o el estómago, las ligaduras endoscópicas o la escleroterapia previenen sangrados que pueden ser graves.

Si el daño es irreversible o hay complicaciones mayores, esta intervención quirúrgica ofrece la única opción curativa real, devolviendo una función normal y mejorando la calidad de vida.

Abstinencia total de alcohol, dieta equilibrada baja en sal y seguimiento médico regular son esenciales para mantener el cuerpo en las mejores condiciones posibles y retrasar la progresión de la enfermedad.

Y recuerda lo que siempre te decimos desde el Instituto Europeo de la Salud y el Bienestar Social, lo primerísimo que debes hacer es acudir a tu médico de cabecera para que solicite las pruebas necesarias y posteriormente te facilite el mejor tratamiento, hazlo por ti, por tus familiares y la gente que te quiere, no entres en pánico y ve al médico.

Fuentes:
https://www.immedicohospitalario.es/noticia/42352/la-cirrosis-suele-detectarse-en-fases-avanzadas-tras-10-o-15-anos-de.html
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28946785/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10673062/
https://www.spandidos-publications.com/10.3892/br.2024.1861

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