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¿Cuánto vive una persona con Parkinson? Esperanza de vida, factores y pronóstico

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A medida que avanza el tiempo, el cuerpo funciona más despacio, y la enfermedad de Parkinson no ayuda en absoluto.

Esta afección neurodegenerativa, además, puede estar asociada a la demencia y otros deterioros cognitivos que complican aún más la calidad de vida.

¿Cansado de esos es tan molestos? Quédate, porque esto puede ayudarte a entender mejor lo que ocurre y qué esperar.

El párkinson es un trastorno neurológico crónico y progresivo que afecta a más de 6 millones de personas en todo el mundo.

Se caracteriza por la pérdida gradual de neuronas, en especial en una región cerebral llamada sustancia negra, que es responsable de producir dopamina, un neurotransmisor crucial para el movimiento.

Esta afección afecta a una parte del cerebro que se llama sustancia negra, encargada de controlar, mantener y trabajar el movimiento y la coordinación.

Con el tiempo, esta pérdida neuronal repercute directamente en el sistema motor, provocando rigidez, temblor, alteraciones de la postura (síndrome postural) y dificultades para caminar.

También puede afectar el estado cognitivo, provocando en muchos casos demencia asociada al Parkinson, especialmente en fases avanzadas.

Existen distintas fases del párkinson, y su progresión varía de una persona a otra. Estas fases han sido definidas mediante la escala de Hoehn y Yahr, la más utilizada para clasificar la evolución de la enfermedad:

Colaboramos con la fundación Española de Parkinson

¿Qué es el párkinson y cómo evoluciona?

Existen distintas fases del párkinson, y su progresión varía de una persona a otra. Estas fases han sido definidas mediante la escala de Hoehn y Yahr, la más utilizada para clasificar la evolución de la enfermedad:

La más leve. Aparecen síntomas en un solo lado del cuerpo (afectación unilateral), como temblores leves en una mano o lentitud. Los cambios pueden ser tan sutiles que el paciente no los reconoce.

Los síntomas comienzan a afectar ambos lados del cuerpo (afectación bilateral), aunque sin comprometer el equilibrio. Puede haber bradicinesia (lentitud en los movimientos) y rigidez. El paciente aún conserva su independencia funcional.

Aparece la inestabilidad postural: dificultad para mantener el equilibrio y mayor riesgo de caídas. Los familiares suelen notar cambios en la marcha y en la postura. El paciente sigue siendo independiente, pero con mayores dificultades.

La enfermedad ya limita considerablemente la vida diaria. Hay rigidez intensa y temblor persistente, y el paciente necesita asistencia para las actividades cotidianas.

La persona con Parkinson ya no puede caminar ni valerse por sí misma. Generalmente está confinada a una silla de ruedas o cama y necesita atención y cuidados continuos.

El Parkinson en sí no es directamente mortal, pero sí puede influir en la esperanza de vida debido a sus complicaciones.

Con tratamiento adecuado, muchas personas pueden vivir entre 10 y 20 años tras el diagnóstico, dependiendo de factores como la edad de aparición, el estado general de salud y el acceso a cuidados médicos.

Un estudio en Reino Unido publicado en Movement Disorders Journal (2020) concluyó que la esperanza de vida media tras el diagnóstico es de unos 13 años, mientras que en Queensland (Australia) fue de 15,3 años, según datos del Australian Institute of Health and Welfare.

Cada año mueren unas 5000 personas en España por causa del Parkinson.

En la gráfica de abajo podrás observar la esperanza de vida después del diagnostico, piensa que la mayoría de casos se detectan a partir de los 67-70 años.

Fuentes:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33278869/
https://jamanetwork.com/journals/jamaneurology/fullarticle/783515?
https://www.elsevier.es/en-revista-neurologia-english-edition–495-articulo-the-social-impact-parkinson39s-disease-S2173580816000432?
https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC7612920/?

Entre los complicaciones más comunes derivadas del Parkinson nos encontramos:

  • Disfagia (dificultad para tragar), que puede causar neumonía por aspiración.
  • Caídas y traumatismos craneales por la pérdida del equilibrio.
  • Deterioro cognitivo severo y demencia, que reducen la capacidad para cuidar de sí mismos.
  • Infecciones urinarias y respiratorias.
  • Síndrome de inmovilidad, que conlleva trombosis, úlceras por presión y atrofia muscular.
  • Malnutrición y deshidratación, en fases avanzadas.

Los síntomas de los pacientes con Parkinson varían, por ello hemos desarrollado una lista de síntomas motores y no motores que te ayudarán a detectar esta enfermedad neurodegenerativa:

Ahora céntrate en observar los síntomas comunes que tienen los dos tipos:

  • Bradicinesia: Lentitud en los movimientos. Las personas tardan más en iniciar o completar acciones simples, como levantarse de la silla.
  • Rigidez muscular: Los músculos están tensos, lo que puede provocar dolor y limitar el rango de movimiento.
  • Inestabilidad: Problemas para mantener el equilibrio y la postura erguida. Aumenta el riesgo de caídas.
  • Cambios en la marcha y postura: La persona camina arrastrando los pies, con pasos cortos y sin mover los brazos. Puede haber encorvamiento del cuerpo.
  • Trastornos del sueño: Insomnio, sueño fragmentado o movimientos bruscos durante el sueño (trastorno de conducta del sueño REM).
  • Disminución del sentido del olfato (anosmia): A menudo aparece años antes de los síntomas motores.
  • Estreñimiento: Muy frecuente. El sistema digestivo se vuelve más lento.
  • Disfagia (dificultad para tragar):Puede provocar desnutrición o neumonías por aspiración en fases avanzadas.
  • Depresión, ansiedad y apatía: Trastornos emocionales comunes, a veces incluso antes del diagnóstico.
  • Problemas cognitivos: Dificultades de atención, memoria o resolución de problemas, especialmente en etapas más avanzadas.
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El tratamiento que te vendrá mejor, lo determinará el especialista de cardiología que lleve tu caso, los objetivos de este tratamiento siempre van a ser que mejores, pero lo que se busca en específico es reducir la intensidad y frecuencia de los ataques, y reducir el riesgo de fallo cardíaco o muerte.

Disponemos de varias opciones farmacológicas que nos permiten controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. El fármaco más utilizado y efectivo es la levodopa, que el cerebro transforma en dopamina.

 Suele administrarse junto con carbidopa, que evita que la levodopa se degrade antes de llegar al cerebro. Con el tiempo, eso sí, puede producir fluctuaciones en su efecto y movimientos involuntarios llamados discinesias.

También usamos agonistas dopaminérgicos como el pramipexol o el ropinirol. Estos medicamentos imitan la acción de la dopamina. No son tan potentes como la levodopa, pero pueden ser útiles en fases iniciales o como complemento.

Los inhibidores de la MAO-B, como la rasagilina, ayudan a evitar que se destruya la dopamina natural del cerebro, y a veces los usamos en monoterapia. Si necesitamos prolongar el efecto de la levodopa, añadimos inhibidores de la COMT como la entacapona.

En pacientes jóvenes, los anticolinérgicos ayudan a controlar el temblor, aunque no son recomendables en personas mayores por sus efectos sobre la memoria.

Por último, la amantadina puede servir para tratar la rigidez y algunos movimientos involuntarios.

Una de las opciones más avanzadas que tenemos en el tratamiento del párkinson es la estimulación cerebral profunda, también conocida como DBS por sus siglas en inglés.

Consiste en implantar unos pequeños electrodos en zonas muy concretas del cerebro, como el núcleo subtalámico, que sabemos están implicadas en el control del movimiento.

En este caso es una operación que mejorará tu calidad de vida, pero no pienses que frenarán la enfermedad en seco.

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Por otro lado y con el fin de mejorar la vida diaria del paciente, sería conveniente que acudiese al fisioterapeuta, al logopeda y otras especialidades como el psicólogo que le ayudasen a sobrellevar la afección de la mejor manera, y funcionar lo mejor posible.

Por otro lado tenemos nuevas investigaciones al día como podría ser la terapia génica, que busca restaurar y proteger neuronas, o la propia terapia con células madre para regenerar el tejido dañado.

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