Alrededor de dos millones y medio de personas se ven afectadas por el asma en España, alcanzando una prevalencia de hasta un 10% en niños y un 5% en adultos. Pero, ¿sabrías diferenciarlo de una alergia? En este artículo te damos las claves de ambas.
¿Qué es el asma?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2021), el asma es “una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques recurrentes de disnea y sibilancias”. En primer lugar, se entiende como disnea a la sensación de falta de aire (ASCO Foundation, 2018). En segundo lugar, la sibilancia son los sonidos fuertes y silbantes producidos al respirar, cuando el aire pasa por las vías aéreas más estrechas (Dezube, 2020).
El asma es causada por la inflamación de las vías respiratorias, lo que causa que, al sufrir un ataque asmático, se estrechen estas vías que mueven el aire a los pulmones y se reduzca la cantidad de oxígeno que pasan por ellas. La frecuencia, así como la severidad del asma, varía dependiendo de la persona. En algunos casos, los síntomas pueden ocurrir varias veces durante la semana o, incluso, al día. En cambio, para otras personas solo se agravan al realizar ejercicio físico o durante la noche (OMS, 2021).
En 2017, la OMS estimó que en todo el mundo había unos 235 millones de personas con asma. Cabe destacar que esta es la enfermedad crónica más común en niños (prevalencia del 10% en España), pero la mayoría de las personas que fallecen a causa del asma son adultos mayores (más de 400.000 defunciones al año en el planeta). Sin embargo, si comparamos la tasa de mortalidad del asma con otras enfermedades crónicas, esta no es muy alta.
¿Cómo aparecen las alergias?
Primero, deberemos definir qué son las alergias. Una alergia es una reacción exacerbada del sistema inmunitario ante determinados agentes externos que para otras personas resulta inofensiva. Esta reacción se produce por “la activación del sistema inmune, que ataca al agente patógeno generando inflamación como respuesta normal de defensa” (Álvarez y Suárez, 2017).
A nivel mundial, la más común es la rinitis alérgica (Álvarez y Suárez, 2017) que, junto con el asma, abarca “más del 50% de las enfermedades alérgicas y afecta a un 10-30% de la población” (Parra, 2020). Además, la consecuencia más grave que puede provocar una alergia es la anafilaxia, que “es un cuadro clínico potencialmente mortal, infradiagnosticado” (Rubio et al., 2003).
La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP, 2021) menciona dos ocasiones en las que se habla de anafilaxia alérgica. Por un lado, cuando aparecen bruscamente síntomas (leves o graves) de alergia en dos o más áreas del cuerpo: “bronquios, laringe, nariz y ojos, piel, aparato digestivo, aparato circulatorio”. Por otro lado, cuando se tienen síntomas bruscos y graves por contacto con un alérgeno, “que hacen que caiga la tensión arterial” y, en definitiva, se sufra un shock anafiláctico.
Descubre más sobre la anafilaxia en esta entrevista a Paula Ribó, alergóloga en el Hospital Clínic de Barcelona.
Prevención de la alergia y el asma
En el estudio llevado a cabo por Romero-Tapia (2002), se destacan dos tipos de factores ambientales, unos que ayudan a prevenir y otros a desencadenar ambas enfermedades:
“Factores ambientales protectores”
Durante el embarazo es importante mantener una dieta saludable y, durante los seis primeros meses, tras el nacimiento del bebé es recomendable la leche materna. Evitar el tabaco, los gases contaminantes, las “infecciones virales” y tener acceso a servicios médicos de calidad son las claves para proteger tanto del asma como de las alergias.
“Factores ambientales desencadenantes”
La exposición al tabaco, ya sea durante la infancia, la lactancia o el periodo prenatal; exposición a hongos, contaminantes atmosféricos, dieta poco saludable o los factores relacionados con el clima influyen en el desencadenamiento del asma y de determinadas alergias. Cabe destacar que Romero-Tapia (2002) hace mención a la importancia de la estación del año en la que nace la persona. Lo justifica señalando que la prevalencia incrementa en la “sensibilización a alimentos y ácaros en niños nacidos en septiembre a febrero” y una “mayor sensibilización a diferentes pólenes en niños nacidos en primavera”.
El asma y las alergias generan padecimientos crónicos que condicionan la salud de la persona y su familia. Por este motivo, es importante la prevención y el aumento de las atenciones médicas.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recomienda seguir las pautas de tratamiento prescrito por su especialista, fundamentalmente el tratamiento antiinflamatorio inhalado, que permitirán convivir con el asma, mejorar su calidad de vida, practicar ejercicio físico, así como seguir pautas de autocontrol y educación en el asma.
Descubre más sobre estas pautas en esta entrevista realizada al Dr. Eusebi Chiner, neumólogo y Director de SEPARpacientes.
Fuentes:
Dezube, R. (2020). Sibilancias. Johns Hopkins University. Merck Sharp & Dohme Corp.
Romero-Tapia, S. J. (2002). Prevención de alergia y asma. Salud en Tabasco, 8(2), 83-86.
OMS (2021). Enfermedades respiratorias crónicas. Asma. Organización Mundial de la Salud.
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