Circuito de recompensa cerebral: dependencia tabáquica

Cuando un fumador inhala la nicotina, esta llega directamente a los pulmones y a la sangre. Se absorbe con rapidez desde la mucosa nasal, oral y respiratoria y en siete segundos llega al cerebro, donde están los receptores. Desde allí ejerce su acción sobre el sistema nervioso central (SNC), así como en el sistema nervioso autónomo (SNA). Esta relación, casi inmediata, entre la inhalación del humo y su efecto en el cerebro es uno de los factores que más contribuyen al alto poder adictivo de la nicotina.

dependencia tabáquicaPor tanto, esta sustancia es una droga psicoactiva y un potente reforzador conductual, capaz de producir una severa dependencia química en el consumidor. Actúa según la dosis: en dosis bajas es psicoestimulante y mejora la capacidad mental, sobre todo la concentración; para dosis altas tiene un efecto sedante, al actuar como depresor.

La nicotina se encuentra en un porcentaje del 1 al 2% en los cigarrillos, de manera que un cigarrillo normal de 1 g contiene de 10 a 20 mg. El 10% de esta nicotina se transfiere al humo del cigarrillo, es decir, de 1 a 2 mg.

En definitiva, la nicotina es una sustancia que se absorbe fundamentalmente a través de los pulmones (de un 79 a un 90%) y, en menor medida, de la mucosa bucal y los plexos sublinguales (4 a 40%) y de la piel. Las empresas productoras de cigarrillos suelen usar aditivos para aumentar la absorción de nicotina del humo del cigarro.

En el proceso de adicción a la nicotina tiene una importancia esencial el sistema mesolímbico dopaminérgico, y en el «síndrome de abstinencia» intervienen el locus ceruleus y el sistema de la norepinefrina. El sistema mesolímbico dopaminérgico es considerado el centro cerebral del placer y de la gratificación, y su estimulación es responsable de la farmacodependencia. En el cerebro del fumador, la nicotina estimula la liberación de dopamina y muestra el sello característico neurobiológico de las drogas adictivas: un exceso de dopamina en el núcleo accumbens, ubicado en la «sustancia negra».

La nicotina actúa a través de los receptores colinérgicos de esta sustancia, para producir la liberación de los neurotransmisores dopamina, ácido gamma-aminobutírico (GABA), serotonina, norepinefrina, péptidos, opiáceos, vasopresina y endorfinas. Otras sustancias del humo del tabaco aumentan la presencia de dopamina al disminuir la concentración de la enzima monoaminooxidasa (MAO) que la degrada. Los estudios neurobiológicos de las adicciones han demostrado que el substratum cerebral de los trastornos adictivos se localiza en una zona del cerebro donde se encuentra el circuito de recompensa cerebral.

En síntesis, la nicotina favorece la liberación de algunos neurotransmisores en el cerebro, como la dopamina y la norepinefrina, que generan sensaciones de placer y alerta. La adicción a la nicotina es básicamente un trastorno cerebral mediado neurobiológicamente y que se localiza en el sistema mesocórtico-límbico-dopaminérgico, lugar en el que se genera la recompensa. Este proceso se produce de la misma forma que en las drogas, con la vía dopaminérgica localizada en el núcleoaccumbens.

Dejar de fumar con dependencia tabáquica

dependencia tabáquicaLa mayoría de los fumadores que conocen los peligros del tabaquismo desean dejarlo, ya que son conscientes de que el tabaquismo perjudica seriamente su salud. El porcentaje de los que declaran que desean dejarlo se cifra en el 70%, aunque menos del 5% lo consigue si lo intenta por sus propios medios. La dificultad reside en que el tabaco actúa directamente sobre el centro de recompensa cerebral, con lo que crea una gran adicción.

El asesoramiento y la medicación pueden duplicar notablemente la probabilidad de que un fumador consiga abandonar el tabaco. Aunque parezca obvio, un requisito fundamental para dejar de fumar es la «fuerza de voluntad». Muchos fumadores lo intentan varias veces y tienen miedo debido al síndrome de abstinencia y al aumento de peso.

Los síntomas de la abstinencia del tabaco se pueden observar en el siguiente gráfico:

A pesar de llevar años sin fumar, siempre existe el riesgo de recaer. Por lo que el fumador ha de considerarse NO fumador cuando han pasado al menos 12 años sin fumar.

Dejar de fumar tiene una importancia máxima para proteger la salud, ahora y en el futuro. Si se deja de fumar los beneficios se notan de forma inmediata:

  • Mejora el estado de salud.
  • La persona se siente mejor consigo misma.
  • El sentido del gusto y del olfato mejora.
  • Se fomenta la capacidad para el deporte.
  • Se pone fin al olor a tabaco de la ropa, el coche, la casa, etc.
  • No se perjudica a la familia y los amigos, que dejarán de inhalar el humo de los cigarrillos.

Estudios de coste-efectividad en el entorno laboral demuestran que cada fumador le supone a su empresa alrededor de 1.500 € al año por pérdidas de productividad y absentismo laboral.

Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.

Director de la Cátedra del Corazón y Longevidad, Doctor “cum laude” en medicina, profesor de cardiología, escritor, académico, investigador y con experiencias de éxito en gestión.

Si se marca esta opción, la información de la empresa deberá ser enviada por correo a matriculas@institutoeuropeo.es

FORMA DE PAGO:
Concepto de Matrícula por Transferencia bancaria a la c/c ES65 2100-5731-770200069665 La Caixa