Socialmente, se asocia a las personas que tienen la autoestima alta con aquellas que tienen éxito: altos cargos de compañías, modelos internacionales, futbolistas… Pero, ¿es esto real? ¿La autoestima alta es causa del éxito o viceversa? En este artículo te lo contamos.
¿Cómo sé si tengo la autoestima baja?
Empecemos por definir qué es la autoestima. Según Enrique y Muñoz, las personas valoran su imagen propia a partir de la información que los demás les hacen llegar en las distintas interacciones sociales. Sin embargo, esta varía en función de los éxitos o fracasos que se produzcan en su vida, como puede ser un despido en un trabajo, por ejemplo.
Es interesante destacar que la autoestima se crea a lo largo de toda la vida, pero las etapas de mayor importancia para su formación son en la infancia, en la adolescencia y en la juventud. Además, no solo influyen las interacciones con las personas más allegadas, sino que también las instituciones educativas y las religiosas, los medios de comunicación y, en definitiva, los distintos agentes sociales, también intervienen en su formación.
Por un lado, las personas con la autoestima alta suelen buscar su crecimiento personal entrenando sus capacidades, sin llegar incluso a reconocer cuando cometen un error. Por otro lado, quienes tienen una autoestima baja tienden a ser más tímidas, se sienten más torpes y continuamente están preocupadas por si van a cometer algún error o hacer el ridículo (Enrique, M. & Muñoz, R., 2014). Asimismo, suelen desmotivarse con facilidad, dejar a mitad tareas y tienden a disculparse constantemente por los errores cometidos.
¿Cómo se relaciona con el éxito?
Volviendo a la adolescencia, estos autores, mencionados anteriormente, observan que el descenso general de la autoestima durante esta etapa está asociada al cambio tan brusco que supone para algunos el paso de la primaria a la secundaria. De hecho, está directamente asociada con el desempeño académico y el fracaso escolar, ya que cuanto mejor sean las notas, el adolescente tendrá “una imagen más positiva de sí mismo”.
Esta relación entre la autoestima y el ámbito académico se debe a la creencia en nuestra sociedad de la importancia de la autosuficiencia, “la idea de meritocracia”. Es decir, el que una persona obtenga lo que se merece en función del esfuerzo que le haya dedicado a ello. Por tanto, tendemos a evaluar a otros por sus capacidades y logros conseguidos.
En definitiva, estas ideas provocan un ciclo: si te esfuerzas, obtendrás buenos resultados, otras personas te recompensarán por ello, se te reconocerá tu trabajo y, por ende, tu autoestima aumentará. Pero si, por el contrario, no das lo mejor de ti para conseguir tus metas, sabrás que la gente conoce que no lo has logrado y la autoestima se verá disminuida.
¿Cómo puedo mejorar mi autoestima?
- Lo principal para pegar un cambio en tu vida en este aspecto, es detectar qué es lo que está causando que tengas una autoestima baja. Como hemos mencionado, estos problemas suelen comenzar en la infancia y la adolescencia, por lo que, si eres una persona adulta probablemente los orígenes vengan de muy atrás.
- Es importante enfocarte en tus fortalezas, en los logros que hayas conseguido, ya sea recientemente o a lo largo de tu vida. Piensa en tus características personales más positivas y trata de potenciar aquellas con las que te sientas más a gusto.
- Cuando aparezca un pensamiento negativo, trata de cambiarlo por respuestas racionales. Identifica cuándo aparecen esos sentimientos de negatividad, qué emociones te provocan y por qué lo hacen. Como hemos mencionado, solo llegando al origen podrás solucionarlo.
Por supuesto, como siempre recomendamos, en caso de sufrir ansiedad ante ciertas situaciones, de tener pensamientos negativos predominantes o, simplemente, de no sentirse bien contigo mismo, lo mejor es acudir a un profesional para que te ayude a identificar qué te pasa y superarlo.
Fuentes:
Enrique, M. & Muñoz, R. (2014): El problema de la autoestima basado en la eficacia. Universidad de Buenos Aires, pp. 52-58.
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